Últimamente todo gira entorno a la barriga. A mi barriga, para ser más explícitos.

Están los que antes de decirme nada (un simple «hola», por ejemplo) se lo dicen primero a mi barriga. Están los que la tocan sin parar y están los que no se atreven a tocarla, por si acaso. Están los que me dicen «es poca barriga para las semanas que tienes» y los que, ese mismo día, me dicen justamente lo contrario con un «¿seguro que no llevas gemelos ahí dentro?». Están los que te dicen que si has engordado 9 kilos es que has engordado mucho y los que te dicen que si sólo has engordado 9kg es que has engordado poco. Están los que te dicen que tienes la barriga muy para arriba y los que ese mismo día te dicen que la tienes muy baja. Los que te dicen que la tienes muy dura y los que te dicen que todavía tiene que endurecerse más. Los que te dicen miles de cosas y los que te dicen todo lo contrario. Y así, casi todos los días.
Pero sabéis qué? Ni me importa ni me molesta ni nada. Yo no sé si tengo mucha o poca barriga, no sé si está alta o baja, si está suficientemente dura o no, si mi ombligo va acabar dando de sí saliéndose para afuera o si va a continuar siendo tan plano como ahora… no sé nada, lo único que sí sé es que ésta es mi barriga, ésta es mi experiencia y por ello para mí es la más especial. Agradezco consejos y comentarios, pero al final, cada uno tiene que vivir su experiencia. Ésta es la mía y a pesar del peso, el cansancio y el dolor… ¡la estoy disfrutando! Porque sentir la patada de tu hijo, verle en las ecografías moverse y saber que éso que se mueve en la pantalla, eso que te da patadas es tu barriga, bueno, eso es indescriptible.
En ciertas ocasiones me siento que ya no soy yo, que soy primero mi barriga y después yo, pero qué queréis qué os diga… no me importa, me encanta.
Besos,
Lau