Soy una fiel convencida de la sanidad pública. Creo que la posibilidad de que todos podamos ir al médico sin preocuparnos de cuánto cuesta o de si tenemos dinero para ello es una maravilla que tenemos que valorar y respetar. Pero en días como hoy, me dan ganas de pasarme definitivamente a la sanidad privada, de decir que dejen de quitarme ese porcentaje del sueldo y que no se preocupen, que ya me apaño yo por la privada. Pero va a ser que no, obviamente :)

Tanto Eric como yo tenemos seguro médico privado gracias a mi trabajo  y lo utilizo en muchas ocasiones (especialmente para las urgencias, por ejemplo, aunque para mi embarazo también lo utilicé). En el caso de Eric, voy a la pediatra del centro de salud porque me gusta mucho. Me parece una pediatra excelente, que se acuerda de Eric (eso para mí es un puntazo), es empática, sabe escuchar, sabe dar buenos consejos y no le importa que vayas para hacerle una pregunta. Me gusta y por eso quiero seguir llevándole allí. Es algo personal, ya. Y tristemente lo considero una suerte, porque vista la experiencia anda que no hay médicos y enfermeras que están por estar, que su atención hacia el paciente es nula, que parece que molestes… No digo que en la privada no sea así, pero sinceramente, mi experiencia ha sido muchísimo peor en la pública que en la privada, qué queréis que os diga (y como este blog es mi blog personal, pues cuento esto, mi experiencia personal).

Hoy me ha tocado una mala experiencia. El lunes la pediatra solicitó, de manera opcional, que el miércoles le hicieran un cultivo (de heces) a Eric. Así que al salir me dirigí al mostrador, donde siempre hay tres amargadas hablando entre ellas que tardan aproximadamente un minuto en dignarse a parar su conversación estúpida y dirigirte la palabra, a que me dieran el dichoso botecito para recoger la caca, ^_^. Me dicen que espere que viene la enfermera. Viene la enfermera (una a quien no soporto y evito siempre que puedo por desagradable), busca el dichoso botecito y dice que no hay. Que vuelva mañana.

Y hoy he vuelto. Repetimos historia. Llego al mostrador y estaban las tres marías charlando de sus cosas pasando de todo. Al ratito han girado un poco la cabeza como diciendo, «mierda, tenemos a alguien, a ver, quién la atiende». He explicado el tema y me han mandado a la enfermera de nuevo. La enfermera ni se acordaba de mí y hacía menos de 24 horas que habíamos hablado. Le he contado la historia, otra vez, y se ha ido, otra vez, a buscar el dichoso botecito. Y vuelve diciendo que nada, que no hay. Que vuelva mañana.

Ahí ya me he quedado atontada. Le he dicho que qué hacíamos, porque en teoría teníamos que entregarlo mañana. Y ella, erre que erre hablando mucho sin decir nada, que vuelva mañana y si hay ya me darán. Ya, claro, y yo me creo que habrá mañana. Le he dicho que no me parecía lógica esa respuesta y me ha gritado que ella no se encargaba de eso. Obviamente yo le he dicho que yo de eso no tenía ni idea, que a mí me habían mandando a ella desde recepción y que yo seguía órdenes y que por lo tanto me tenía que dar algún tipo de solución. Y ella seguía gritando que ella esto lo hacía como favor cuando no estaba la auxiliar, pero que al final no lo haría más. Y yo flipándolo y diciéndole que a mí me daba igual si lo hacía como favor o no. Si me remiten a ella, me lo soluciona ella. Si no, que me digan que la auxiliar no está y que vuelva por la mañana. Y me pillaré un rebote pero al menos será más efectivo que esto.

Básicamente le he dicho que muchas gracias por no hacer bien su trabajo y me he ido mientras ella seguía refunfuñando a gritos. Y sí, he llorado, porque cuando estoy así floja y de bajón yo lloro por todo y esta pava me ha cabreado de lo lindo… y me he puesto a buscar soluciones, claro. He ido a un par de farmacias y nada, no venden este tipo concreto de botecitos para peques. Luego me he ido a otro centro de salud más nuevo y cercano (el de Imperial) donde me han tratado de lujo y con muchísimo cariño (empatía again, gracias a Dios!) aunque no me han podido ayudar porque, ya es mala suerte, justo esa tarde la auxiliar se había pillado fiesta. Pues vale.

En fin, mañana debería entregar un cultivo (sí, era opcional, pero coño, yo quería quedarme tranquila) y no tengo ni botecito así que se me ha ocurrido guardar el pañal más maloliente y desagradable que he encontrado en la basura, ir mañana por la mañana al centro de salud y entregárselo a la enfermera gili o a las tres marías imbéciles y decirles «ale, servios de ahí cuando tengáis el puto botecito». Al final no lo haré, pero el pañal está ahí, jajajajaajajaja.

Nada, este post es más un desahogo que otra cosa. Sé que al final me diréis que da igual si es sanidad pública o privada, que es el tipo de personas con las que te encuentras, pero a veces parece que en la sanidad pública los culos están muy bien asentados en sus sillas y como que les resbala todo mucho más.

Y eso me hincha las pelotas enormemente.

Un beso,

Lau