¡Crónica del viaje (postnavideño) a Estocolmo!
Justo después celebrar el cumpleaños de Eric y de pasar la Navidad en familia, nos fuimos a Estocolmo a pasar unos pocos días de vacaciones que teníamos disponibles. Fue un viaje muy especial, por muchas razones que tampoco es cuestión de contar por aquí, un viaje muy chulo que disfrutamos muchísimo… a pesar del frío (¡aunque la nieve brilló por su ausencia!) y de que el sol se ponía antes de las 15h (haciendo los días muy cortos).
Venga, va, que os cuento (¿a qué no os podéis creer que haya actualizado el blog? No, yo tampoco :P)
Jueves 26 de diciembre
Me levanté con unas anginas de caballo, no exagero. A punto estuvimos de cancelar el viaje y quedarnos en Igualada, pero al final decidí que no, que ya me drogaría y que aguantaría como fuera, pero que me quería ir a Estcolomo… ¡y aEstocolmo que nos fuimos! Volamos desde Barcelona con Norwegian, que para ser una aerolínea de bajo coste está genial, no tuvimos ningún problema. El vuelo se nos hizo un poco largo, más por las frioleras y el dolor de cuerpo que por tener un mal vuelo, la verdad, pero fue muy bien.
Al llegar a Estocolmo, comimos algo en el aeropuerto y cogimos el tren Arlanda Extress que en 20 minutos te deja en la estación central de Estocolmo. Desde allí, decidimos ir paseando tranquilamente hasta nuestro hotel, el hotel Nobis, que estaba relativamente cerca… ¡y necesitábamos que nos diera un poco el aire! Fue un primer paseo muy bonito, ya que vimos los adornos de Navidad de la ciudad y el ambientillo que se respiraba… y hacía frío, pero no excesivo. Pasamos por las calles Klarabergsgatan y Hamngatan, cruzamos la plaza Sergerls Torg y llegamos hasta la plaza Norrmalsmtorg donde está el hotel Nobis, conocido porque es una antiguo banco donde hubo un atraco (y a partir de ahí se acuñó la expresión «síndrome de Estocolmo»).
Llegamos al hotel (precioso, por cierto), hicimos el check-in, deshicimos maletas y todas estas cosas y nos fuimos a cenar. Había sido un día larguito de viaje y demás, así que Eric se había ganado cenar una de sus cosas preferidas: ¡pizza! :D Así que pizza cenamos. Yo la verdad es que no cené mucho, me dolían demasiado las anginas como para tragar algo. Y si os soy completamente sincera, recuerdo muy poco esa noche, jajajajaja, estaba muy por el arrastre. Sólo sé que después de cenar, fuimos a la estación central a comprar una SL Access Card para poder movernos por la ciudad libremente y cogimos un bus que nos acercó al hotel (estaba a dos o tres paradas, pero ya que teníamos el multipase, lo estrenamos ^^). Y al llegar al hotel, yo me drogué un poco y me fui a dormir tempranito, que necesitaba descansar .
Viernes 27 de diciembre
Nos levantamos tempranito y nos fuimos a desayunar a la cafetería Café Egoïste, súper chula, dentro del centro comercial Mood Stockholm. La sorpresa fue cuando vimos el tamaño de los bollos de canela, cafés y cruasanes… ¡eran enooooooormes! :D Después de desayunar cogimos el tranvía número 7 y nos fuimos hasta la cercana isla de Djurgården, que para mí es la isla «del ocio».
Empezamos yendo a Junibacken, un museo para niños a partir de obras de literatura infantil nórdica, especialmente de Astrid Lindgren (la de Pippi Calzaslargas, sí). Aunque Eric tampoco conocía a muchos de los personajes, el sitio es fantástico y él disfrutó mucho tanto en las dos salas de juegos como en el trenecito que te narra un cuento. Merece la pena la visita si vais con niños, sin duda alguna.
Ahí aprovechamos para comer en el comedor del Junibacken. El menú básicamente consistía en los platos preferidos de los niños suecos: albóndigas suecas o las crepes con mermelada, así que nos pedimos allí todos albóndigas y comimos tan ricamente :D
Seguimos nuestra visita por el Museo Vasa, un museo dedicado al Vasa, un barco de guerra que en 1628 se hundió en las aguas cercanas a la ciudad y en 1961 se reflotó…¡una pasada! Vimos el barco, cómo se suponía que estaba pintado, para qué servía cada cosa… y mientras Luis hacía más fotos aquí y allá, Eric y yo nos fuimos a jugar al dominó de Doraemon, jajajajaja XD
Seguidamente, entramos en el Spritmuseum, que como su nombre indica está dedicado al alcohol. El museo es muy curiosón, pero no lo recomendaría encarecidamente, la verdad… es raro, raro, raro. Eso sí, el edificio exterior, una nave naval del siglo XVIII sí mola y las vistas desde allí, mucho más.
Después fuimos al pequeño acuario Aquaria Vattenmuseum, que tiene una pequeña presentación de diferentes pececitos y estanques. Lo más interesante para los niños es el acuario de las mantas rayas, por un lado, y el bosque tropical por el otro, en el que hay un puente colgante sobre un riachuelo y unas cascadas que gusta mucho a los peques. Es un museo muy pequeñajo pero si vas con niños, probablemente sea parada obligada.
Después del Aquaria, nos fuimos al recién estrenado museo de ABBA o ABBA The Museum. Es un peazo de museo, con un montón de artículos, vestuario, discos, vídeos… ¡de todo! Hay una sala en la que puedes cantar karaoke, otra en la que te graban bailando un videoclip… en fin, un montón de actividades. Está muy, muy bien.
Ya era noche oscura cuando salimos (de hecho ya lo era cuando entramos al museo, jejejeje), así que decidimos coger el tranvía de vuelta al hotel y descansar un poquito. Recuperadas las fuerzas, decidimos ir a dar una vuelta por los alrededores del hotel y acabamos cenando en la cadena noruega de carnes Jensen’s Bøfhus, especialmente pensando en Eric, que tenían menú infantil. No cenamos mal (yo con mis anginas tampoco era muy exigente, puesto que me costaba tragar), pero tampoco es un sitio espectacular.
Después de cenar, dimos un paseo de vuelta al hotel, compramos algo para desayunar al día siguiente y a dormir :)
Sábado 28 de diciembre
Comenzamos el día desayunando tranquilamente en la habitación y seguidamente fuimos a pasear por Kungsträdgården, donde hay una pista de patinaje abierta al público en general. Era un poco temprano, así que no había nadie, una señora mayor y una niña pequeña, nadie más :D
Cogimos un autobús hasta otra de las islas que conforman Estocolmo, la isla de Södermalm, justo al sur. En su origen era la isla de pescadores y gente de estatus social inferior, que no tenían suficiente dinero o clase para quedarse en el centro de la ciudad, pero actualmente es una isla muy «bohemia», muy chula. Ahí subimos a la plataforma de observación del Katarinahissen o Ascensor de Katarina, para disfrutar de unas preciosas vistas de toda la ciudad, desde Gamla Stan (la ciudad vieja) y la zona del Ayuntamiento hasta Djurgården. Desgraciadamente el ascensor hace años que no funciona, así que hay que subir a pie, por el barrio… pero tanto el caminito de acceso como las vistas merecen la pena.
Bajamos dando una vuelta por Södermalm y pasamos un rato viendo trenes ir y venir, la gran pasión de Eric… ¡con estas vistas, eso sí!
Después, dimos una vueltecita por la zona y buscamos un cafecito donde sentarnos un poco y esperar a que empezara el Millenium Tour, una visita guiada por las localizaciones en Södermalm de la famosa triología Millenium de Stieg Larsson.
Comenzamos por la casa de Mikael Blomkvist en Bellmansgatan 1. Es un sitio curioso, porque la entrada a la casa está en la parte superior (mirad la foto), así que el tour comienza ahí arriba y no abajo (como estábamos muchos esperando, jajajajaja).
Nuestra guía nos contó muchas cosas interesantes de los libros y las películas, que podríamos resumir en que para el autor, los «buenos» estaban en Södermalm mientras los «malos» siempre vivían en Norrmalm. Después de que nos contaste varias anécdotas, fuimos andando hasta esta plaza (ahora no recuerdo el nombre, ya editaré cuando investigue) donde el autor del libro estuvo observando una manifestación fascista… a sabiendas de que los fascistas sabían que él estaba allí.
Pasando por un local de tatuajes, llegamos hasta la cafetería donde Mikael toma café muchas veces, p
A continuación, vimos las oficinas de Millenium, que naturalmente ni son oficinas de una revista ni nada, pero es donde se supone que están en la historia ;)
Y acabamos el tour en el ático de lujo de Lisbeth… ¡vaya vistas!
Al acabar el tour, llovía y Eric estaba muy cansado, así que por suerte encontramos una pizzería cerca en la que comimos la mar de bien. De hecho, en otra de las mesas nos encontramos con otra pareja del tour, que acabó en el mismo sitio, jajajaja.
Después de comer, fuimos hacia el Stradsmuseum o museo de la ciudad, donde tenían una pequeña exposición de Millenium. Es un buen museo, muy visual y muy preparado para ir con niños. De hecho, hay un espacio que es como un castillo antiguo, donde los niños pueden jugar. Además, hay tiendas, bancos, zona de lectura… vamos, una maravilla. Eric estuvo un buen rato ahí jugando, se lo pasó muy bien.
De ahí, fuimos andando hacia la zona de la plaza Hötorget, donde hay un mercadillo, y volvimos tranquilamente al hotel por calles muy decoradas por la Navidad.
Antes, pasé por una farmacia para ver si me podían dar algo para mis anginas (poca cosa me pudieron dar…) y después de descansar en rato fuimos a cenar a un Friday’s. En el hotel había leído que el limón es muy bueno para las anginas, así que básicamente devoré las rodajas de limón que venían con las bebidas… me tendríais que haber visto, vaya panorama, jajajaja. Cenamos, dimos una vueltecita por los alrededores, compramos el desayuno para el día siguiente y a dormir.
Domingo 29 de diciembre
Pues el limón de la noche anterior debió funcionar (con lo que escocía, no me extraña), porque me levanté muchísimo mejor. Las anginas todavía molestaban, pero comenzaba a sentirme mejor… ¡bieeeeen!
Comenzamos el día viendo cómo salía el sol (y comprobando cómo no iba a subir muuuuucho más ^^) dando un paseo por Strandvägen. Es una zona muy bonita, llena de edificios preciosos, vistas a los barquitos y a Gamla Stan, etc.
Después, cogimos el tranvía y fuimos hasta Skansen, el primer museo al aire libre del mundo, repleto de casas y edificios de todas las regiones de Suecia, que están allí para mostrarnos cómo era la vida de los suecos durante las distintas etapas de su historia. Además, hay una zona dedicada a animales escandinavos.
Allí estuvimos viendo los edificios y casas antiguos, los animales típicos de la zona y pasando un muy buen rato. Entre que todo está abierto y disponible para visitar y que hay zonas especiales para niños, Eric se lo pasó genial. Después de saludar a un amigo fotógrafo, Joan y familia, que estaban ahí de vacaciones, comimos en el restaurante de Skansen y seguimos disfrutando del parque hasta que lo visitamos todo (y Eric estaba ya cansado ^^).
Al salir de Skansen, paramos un momento en la tienda de recuerdos, donde Eric se compró un cuento en sueco que no dejó en toda la tarde, ^^;;;, y desde Djurgården cogimos un barquito por el lago Mälaren (bueno, bien dicho el «barquito» es el ferry Djurgårdsfärjan) que nos dejó en Slussen, en Södermalm, muy cerca de Gamla Stan, la ciudad vieja.
Allí, Luis se acercó a hacer una visitilla rápida al Palacio Real mientras yo me quedé con Eric leyendo el cuento sentaditos tranquilamente en la plaza (porque era un poco tarde ya y Eric no estaba por la labor de visitar el Palacio rapidillo).
Dimos una vuelta por la zona, pero estábamos un poco cansados de tanto andar, así que decidimos volver al hotel y tomarnos algo tranquilamente en el bar un ratillo, que el hotel tiene un patio interior súper chulo. Después, nos dimos una vueltecilla en metro, para ver algunas de las estaciones tan raras que tiene Estocolmo, cenamos en un restaurante griego en Södermalm (queríamos ir a otro, pero estaba a reventar, así que acabamos en ese griego que fue todo un acierto, comimos muy bien) y volvimos al hotel a dormir.
Lunes 30 de diciembre
Después de desayunar en el hotel, como siempre, fuimos en metro hasta el Globe Arena, un palacio de deportes y conciertos de forma redondeada que tiene dos góndolas que suben por el exterior, el Skyview, para pode disfrutar de unas buenas vistas de la ciudad.
Después de subir al Skyview, cogimos el metro de nuevo hasta el Stadhuset, el ayuntamiento de Estocolmo. Desde ahí, disfrutamos de unas maravillosas vistas de Riddarholmen y Södermalm, además de apuntarnos a la visita guiada posterior.
En la visita, pudimos andar por el mismo salón donde se hace el banquete y la entrega de los Premios Nobel cada 10 de diciembre así como el baile posterior (el Blue Hall) y otras salas de actos importantes del ayuntamiento, así como la sala de gobierno.
Una de las salas que más me sorprendieron fue el Golden Hall, con un mosaico en tonos dorados que debería ser espectacular pero que a mí me pareció muy hortera. Además, hay un error garrafal de diseño y la figura del patrón de la ciudad, San Erik, aparece sin cabeza (porque se quedaron sin espacio en la pared… telita).
De ahí, fuimos andando hasta la zona de la estación, donde comimos en un sports bar de la zona y cogimos un autobús hasta la torre de comunicaciones Kaknästornet, con la intención de subir al mirador de arriba y disfrutar de las vistas de Estocolmo. Llegamos justo para ver la puesta de sol, así que estuvo genial.
Cogimos un autobús de vuelta al centro y acabamos en Östermalm, uno de los barrios más pijos de Estocolmo. Allí fuimos al mercado Saluhall, que está lleno de puestos de venta y degustación de productos locales… un sitio genial. Lo bueno es que puedes comprar pescado fresco y llevártelo a casa, pero también hay platos semi-preparados y otros que se terminan de preparar ahí. Vamos, que merece la pena dar una vuelta por el mercado, sin duda alguna.
Descansamos un ratito en el hotel y volvimos a salir a dar una vuelta en metro, aprovechando que en esta ciudad cada estación es un espectáculo en sí misma, así que vimos unas cuantas ;)
Acabamos en Gamla Stan. La idea era comer en un restaurante italiano muy moderno que hay ahí, pero estaba literalmente a tope (no cabía ni un alma más) así que lo dejamos para otro día y después de un par de vueltas y de darnos cuenta de que ya era tardecillo, acabamos en una pizzería la mar de buena. Y Eric feliz, claro :D
Después de cenar, dimos un paseíto nocturno por Gamla Stan y desde allí volvimos andando tranquilamente hasta el hotel.
Martes 31 de diciembre
Comenzamos el día yendo a Gamla Stan, la maravillosa ciudad vieja de Estocolmo. Vimos primero el Palacio Real y después la plaza mayor o Stortorget, que es una de las plazas mas bonitas que he visto jamás.
Luego hicimos una buena vuelta por Gamla Stan, pasando por las calles principales Västerlånggatan y Österlånggatan, la catedral Storkyrkan o la iglesia alemana Tyskakyrkan, además de hacernos la foto de rigor en la calle más estrecha de Estocolmo.
Desde Gamla Stan fuimos a la cercana isla de Riddarholmen para ver su impresionante iglesia Riddarholmskyrkan (la más antigua de la ciudad), ver el Parlamento de Suecia o Riksdagshuset.y disfrutar de unas vistas maravillosas del ayuntamiento y de Södermalm que se tienen desde allí.
Volvimos a Gamla Stan (porque uno no se cansa de pasear por Gamla Stan, qué queréis que os diga) y comimos en el italiano de la noche anterior, hoy menos lleno… ¡y nos pusimos las botas! :D
Desde ahí, como Eric estaba algo cansado, decidimos coger el metro e ir de excursión para ver algunas de las estaciones más chulas de Estocolmo. Luis hizo un montón de fotos y los distintos trayectos estuvieron muy bien, a no ser porque perdimos a Rudolf, el muñeco que habíamos comprado el día anterior y del que Eric no se separaba desde entonces. Nos lo dejamos en algún tren, sin darnos cuenta. Nos dio mucha penita (tanta que al día siguiente intentamos ir a la tienda donde lo compramos, pero ya estaba cerrada), pero qué le vamos a hacer…
Después de tanto metro, volvimos al hotel, nos arreglamos un poquito y nos fuimos a la cena de Nochevieja. Cenamos el menú de Nochevieja y disfrutamos mucho, porque además adaptaron el menú para Eric, así que él también comió bastante bien. Despues de cenar, dimos un paseo por Östermalm viendo cómo la ciudad se iba animando con miles de fuegos artificiales, a medida que nos acercábamos a las doce de la noche y acabamos en Strandvägen, uno de los mejores sitios desde donde ver los fuegos artificiales ‘oficiales’ que lanzan desde Skansen y el parque de atracciones Gröna Lund.
Pero lo bueno es que desde allí puedes ver además el montón de fuegos artificiales que tiran, de forma privada, los suecos y es una pasada, os lo aseguro… era un no parar de palmeras y fuegos y más fuegos en Södermalm, en Slussen, en Gamla Stan, en la zona de T-Centralen, en el parque Kungsträdgården, etc. Precioso. Llegó la medianoche, vimos los fuegos artificiales oficiales, celebramos con los suecos la entrada del año, vimos más fuegos artificiales y dimos un pase de vuelta al hotel… ¡fue una gran manera de despedir 2013 y dar comienzo a 2014!
Miércoles 1 de enero
La ciudad se levantó con resaca, pero nosotros queríamos aprovechar las (pocas) últimas horas en Estocolmo, así que después de desayunar dimos un buen paseo desde Strandvägen hasta la isla de Skeppsholmen, donde está anclado el barco Af Chapman, que funciona de albergue de la ciudad. Es una isla tranquila, con buenas vistas y un pase agradable… ¡aunque hacía mucho frío!
Después del paseo, hicimos el check-out y nos fuimos de vuelta con el Arlanda Express hasta el aeropuerto. Allí comimos y vuelo de vuelta a Barcelona, donde mis padres recogieron a Eric y desde donde nosotros volvimos en AVE a Madrid.
Y hasta aquí la crónica de Estocolmo. Hace muchos años estuvimos en Estocolmo, pero esta vez la pudimos disfrutar muchísimo mejor. Es una gran ciudad para ir con niños y en Navidades está preciosa, y eso que ya no pudimos ver el mercadillo de Navidad. Pero las luces en las calles y, sobre todo, el hecho de que casi todas las ventanas estén decoradas con luces de Navidad da un ambiente muy bonito a la ciudad. Eso sí, que el sol se ponga antes de las 15h acorta muchísimo los días y… ¡queríamos ver nieve! ¡Y no vimos nada de nieve! En fin, otra vez será… porque Estocolmo tiene mucho que ofrecer, habrá que volver :D
Las fotos, como siempre, en mi flickr.
Besos,
Lau