El fin de semana pasado fue San Valentín y Luis y yo aprovechamos la excusa (¡como si la necesitáramos!) para ir a comer con Eric al restaurante japonés Hanakura, famoso por sus okonomiyaki (¿creo que es el único en España que tiene okonomiyaki en su carta?), una especie de pizza-torta japonesa hecha a base de harina y agua en la que básicamente puedes poner todo lo que quieras (si queréis ver mi receta, que no tiene porque ser «la» receta, pinchad aquí).
El local, en el distrito de Chamberí, es pequeño pero muy acogedor, ¡está preciosamente decorado! Llegamos y nos dijeron que para la próxima vez dijéramos que íbamos con un cochecito de bebé.. estoooo… ¡que ya os lo dije cuando hice la reserva! Dije que íbamos con un cochecito de bebé, pero de los grandes, pero se ve que no lo apuntaron. Pues vaya. De todas maneras, no estuvimos estrechos, pero ya es la segunda vez que nos pasa: yo insisto en el momento de hacer la reserva de que vamos con un cochecito (para que nos pongan en una mesa en la que haya espacio y no moleste el cochecito) y cuando llegamos al restaurante la persona que nos atiende no tiene ni idea de que vamos con cochecito… Desde aquí, mensajito para todos los restaurantes… ¡apuntad estas cosas a la hora de hacer la reserva, jo!
En fin, pequeño percance de buenas a primeras, pero por suerte no estuvimos incómodos ni el cochecito molestaba, así que se nos olvidó rápido y nos pusimos a ver la carta. Está muy muy bien, tienen bastantes cosas y un menú degustación que merece mucho la pena, pero nosotros íbamos a probar el okonomiyaki, así que decidimos dejar el menú para otra ocasión. Nos pedimos nigiris de toro (ventresca de atún), makis de negitoro (ventresca de atún con cebollino), agegyoza (empanadillas fritas) y dos okonomiyakis (uno para cada uno, no queríamos compartirlos, jejejejee) y de beber, cerveza japonesa y kalpis (bebida japonesa con una base de leche, que a Luis le encanta). De postre, helados para los dos:
Los nigiris y los makis estaban buenos, pero creo que en cuestión de sushi pueden mejorar. El sushi de nuestro restaurante japonés preferido, el Aki, está muchísimo mejor (y el equilibrio calidad-precio también), pero de todas maneras no estaba malo… sólo que no fue el mejor sushi que hemos probado. En cambio, las agegyoza estaban ¡¡¡¡de muerte!!!! Buenísimas de verdad, hacía tiempo que no probaba unas gyoza fritas tan ricas. ¡Ñami!
¿Y qué opinamos del plato principal? Pues que estaba muy, muy bueno. El okonomiyaki hecho al estilo de Hiroshima (con fideos fritos en la base) merece muchísimo la pena, está muy rico, aunque quizá es un poco pequeño, no? O será que nosotros somos muy comilones, jajajajajaja… ¡porque nos supo a poco! También se hecha en falta poder decidir qué queremos en nuestro okonomiyaki, como puedes hacer en muchos restaurantes en Japón y claro, lo que más se echa en falta es que te lo cocinen en la propia mesa! Pero claro, entendemos que esto robaría mucho espacio (se necesitan mesas más grandes), aunque es una gozada ver cómo van preparando el okonomiyaki ante tus ojos. De todas formas, para cuando no nos apetezca cocinarlo en casa y queramos que nos lo sirvan en un restaurante el Hanakura es una buenísima opción.
La carta de postres es poco extensa, no hay mucho donde elegir, por lo que los dos nos decantamos por un helado, aunque he de decir que la presentación del helado de té verde, de todas maneras, es increíble… ¡buenísimo con los frutos rojos y los crackers! ;)
Eric, como siempre, se portó de maravilla y pidió su bibi a la hora de los postres, así que estupendo. Como estupendo fueron las camareras, muy amables y simpáticas. Eso sí, nos pareció un pelín caro, pero para ir de vez en cuando a comer okonomiyaki y a probar otras especialidades de la casa, ¡merece la pena!
Un beso,
Lau