Escribo esta crónica desde casa ya después de un vuelo de 7,38h, la llegada a casa, las dos lavadoras puestas y tendidas, las siestas… y me cuesta hacerme a la idea de que ayer (aunque a veces se siente casi como si fuera hoy) todavía estábamos en Miami, ains, ¡todo lo bueno se acaba! Pero bueno, antes de dar por finalizado el viaje me toca escribir la última crónica, que aunque sólo estuvimos por la mañana en Miami… ¡aprovechamos bien! Ahí va.

Eric comiendo galletas de The Whole Foods, ¡le encantan!

Galletaaaaas

Nos levantamos como siempre (tenemos un despertador llamado Eric que es muy eficiente) y después de desayunar decidimos dar un último paseo por South Beach y ver alguna cosita pendiente. Empezamos nuestro paseo por Collins Avenue, la avenida donde está nuestro hotel y que tantos edificios art decó tiene. Fuimos hasta el Collins Park, donde se encuentra el Bass Museum of Art y algunas piezas de arte en la calle, como estos caracoles rosas fucsia que quizá ya hayáis visto en alguna que otra foto… ¡están por toda la ciudad!

Bass Museum of Art
Caracoles
Caracoles y Eric
Risas en el césped
Arte moderno en Collins Park

En Collins Park está también la Biblioteca de South Beach y el Miami City Ballet, ambos con edificios muy de estilo art decó. Una pena que como era por la mañana no había clases en la escuela de ballet, porque con esos ventanales es un gusto observar una clase un rato (que sí vimos hace unos días, y era una gozada).

Eric pasándoselo pipa:

Risas en Collins Park

Seguidamente dimos un paseo por Collins Avenue y bajamos hasta Washington Avenue y vimos la sinagoga Emanu El, de 1938 con una escultura de una paloma de la paz muy bonita en su entrada.

Art decó en Collins Ave:

Art Decó en Collins Ave

Entrada a la sinagoga:

Sinagoga

Enfrente de la sinagoga vimos el Fillmore Miami Beach at the Jackie Gleason Theatre, un teatro de estilo art decó súper chulo. Parecía sacado de una película de los años 50.

Fillmore Theatre

A continuación, vimos el Miami Beach City Hall, presidido por un árbol de Navidad y un candelabro de Hanukkah, como sucede en todo Miami. Si hay un pesebre o un árbol de Navidad también hay alguna simbología de Hanukkah, respetando así la libertad religiosa que tanto impera en EEUU y respetando a la gran población judía de South Beach y Miami en general.

Miami Beach City Hall
Cómo en su Xplory

Hemos seguido andando hasta el Holocaust Memorial, un memorial en recuerdo a las víctimas del holocausto. Es un memorial bastante grande en amplitud y desde fuera no tiene demasiado que ver, es importante entrar y verlo desde dentro: las representaciones humanas son brutalmente duras, los nombres de los fallecidos en las paredes, las imágenes grabadas en granito. Recuerdo que cuando fuimos al Museo del Holocausto en Washington DC (increíblemente recomendable) lloré y lloré al ver las atrocidades a las que puede ser capaz el ser humano; en este memorial, sobre todo en la pieza central viendo las esculturas humanas y la música de fondo no pude reprimir las lágrimas tampoco. Supongo que es el efecto que se persigue, que algo nos toque en nuestro interior y no nos haga olvidar, para así nunca jamás volver a repetirlo, o al menos ésa es la explicación que me daba Luis de por qué todos estos memoriales/museos son tan duros.

Holocaust Memorial
Holocaust Memorial

Con el corazón en un puño, anduvimos un rato paralelos al Collins Canal (y viendo el Golf Club a un lado) viendo apartamentos modernos y edificios art decó (muchos semi abandonados, una pena) hasta llegar al Miami Beach Convention Center que tiene una fachada de lo más peculiar.

Miami Beach Convention Center

Desde allí, bajamos hasta la calle de compras por excelencia, Lincoln Road. Dimos un último paseíto por la calle y dejamos que Eric disfrutara con una de las fuentes.

Fuente de Lincoln Road
Risas
Licoln Road

Una buena caminata de 5km que terminábamos volviendo al hotel por el Beachfront, que siempre mola más, jijijij. Al legar al hotel, nos pusimos rápido los trajes de baño y a la piscinaaaaaa a aprovechar las últimas horas que nos quedaban en Miami, ya que aunque ya eran las 12, en el hotel nos habían dicho que no esperaban ninguna llegada a nuestra habitación y que como venían a recogernos a las 14 horas podíamos hacer el check-out a esa hora sin problema. Detalles así se agradecen! Y cómo no íbamos a aprovechar la piscina, ya que ayer hacía un día espectacular, así que estuvimos una horita en la pisicina: nos bañamos todos juntos, nos tumbamos en la hamaca grande, le dimos de comer a Eric… aaaaaains, cómo nos costó subir a la habitación.

Pisciiiiina
Pisciiiiiiiina

Pero como decía al principio, todo lo bueno se acaba. Nos cambiamos, cerramos maletas e hicimos el check out. Al poco rato, el SUV nos dejaba en el aeropuerto donde facturamos sin problemas, pasamos el control de seguridad sin problemas (no tuve que abrir siquiera la bolsa de Eric) y esperamos en la puerta F15, Con algo de retraso embarcamos, pero luego recuperamos con unos vientos de cola muy fuertes que hicieron que tuviéramos alguna turbulencia (y cinturones de seguridad abrochados durante casi todo el vuelo) pero hicieron que el vuelo durara solo 7,38h… ¡no está nada mal! Eric durmió gran parte del vuelo, Luis nada y yo un poquito, pero algo también y más o menos se pasó rápido. Al llegar, recogimos el cochecito rápidamente, pasamos el control de pasaportes también rápido, subimos al trenecito hasta la T4, recogimos las maletas de los primeros y cogimos la furgo a casa. Ya en casa, lavadoras y esas cosas, pero eso no interesa… Lo que sí interesa es Miami, una ciudad maravillosa que me ha encantado y a la que sin duda volveremos. Nos queda hacer una ruta por los cayos y por los Everglades, que no se os olvide. Next time (y como Eric ya será más mayor, seguro que una visita a Orlando tampoco se nos escapa jejeje).

Un besote.
Lau y Luis y Eric