Algunos de los lectores del blog (¡toma ya, qué formal ha quedado eso!) me han pedido que cuelgue el discurso con el que me presenté al XXV Concurso de Oratoria en Japonés de Madrid.

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No tengo vídeo del evento y sinceramente me da una pereza enooooorme grabarme ahora haciendo el discurso (aunque en la tranquilidad de casa seguro que me saldría mucho mejor, jajajaja), así que os dejo simplemente con el texto, por si le interesa a alguien. Por cierto, es la «extended edition», es decir, la versión larga que tuve que acortar para que no se hiciera demasiado eterna durante el concurso  :) Y también decir que está poco ‘trabajada’, ya que naturalmente me dediqué más al discurso en japonés (el español lo utilicé de basa, para anotar ideas y poco más, la verdad).

Para mí, presentarme al concurso era algo personal, así que escribir el discurso también lo fue. Me dejé llevar y hablé de mis propios sentimientos y de mi relación con Japón y el japonés, porque era lo que me salió, de manera natural, ese viernes que me senté delante del ordenador y empecé a escribir, sin pensar demasiado en qué o para qué.

En fin, espero que os guste :)

 

¿No debería dejarlo ya…?

 
 

Hace 15 años me presenté por primera vez al Concurso de Oratoria en japonés de Madrid… ¡15 años! Hace 15 años, viajé toda la noche desde Barcelona para subir a este escenario y, echa un flan, defender mi discurso. Y hoy, echo la vista atrás y me pregunto cuánto he avanzado en mi estudio del japonés, en mi conocimiento de la cultura japonesa. Y aunque a veces piense que quizás debería dejarlo ya, que quizás debería utilizar mi escaso tiempo y energía a otra cosa, una voz interior me dice que no. Y sé que no puedo. No porque tenga que seguir, sino porque quiero seguir.

 

Hace 14 años estudié en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto. Y cuando volví a Barcelona, no paré hasta encontrar trabajo en Japón. Me marché, dos años después, a trabajar de profesora de español en Osaka. El destino hizo que el amor me llevara hasta Madrid y aquí fue cuando pensé seriamente en dejar de estudiar japonés. Trabajaba muchas horas y no tenía tiempo.

 

Pero volví a Japón de turista y supe que no podría abandonar mi estudio de japonés y mi pasión por Japón nunca más. Quizás nunca hablaré fluidamente japonés. Quizás nunca leeré fluidamente un periódico en japonés. Pero aquí sigo, intentándolo con todas mis fuerzas, porque Japón y el japonés están ya en mi corazón y forman parte de mi vida.

 

Con dos años, mi hijo Eric tenía ya una colección muy interesante de shinkansen de juguete y era capaz de diferenciarlos y ponerles nombre a todos. «Mira, mamá, esto es un Hayate«, decía, o «mira mamá, esto es un Hayabusa«, mientras afirmaba que su tren favorito era el Doctor Yellow. Ahí me di cuenta de que nunca podría dejar de estudiar japonés, que nunca podría dejar de «vivir Japón», porque Japón ya no estaba sólo en mí, sino también en la vida de mi familia. Llevo años viajando a Japón intentando buscar mi «yo japonés», visitando lugares tan dispares como Beppu, Tokushima, Otaru o Kitakami, viviendo con familias japonesas, tomando cervezas con amigos japoneses, viajando a Tohoku para ayudar a la recuperación económica de la zona y disfrutar de sus maravillosos festivales de verano.

 

Pero, ¿qué tiene Japón, qué tiene el japonés que tanto nos engancha? ¿Será el omotenashi del que hablaba Takigawa Christel en su discurso para la candidatura de Tokio de los Juegos Olímpicos de 2020? ¿Por qué seguimos enganchados a Japón y a su gente? No puedo contestar a esa pregunta. Cada uno tenemos nuestras razones para acercarnos a Japón. Ya sea el manga, el anime, el J-pop, el cine, los amigos… todas ellas válidas. Ese Cool Japan que el gobierno japonés quiere promocionar. En mi caso, todavía sigo buscando la respuesta. Porque sinceramente no sé por qué sigo tan enganchada a Japón. Aunque en realidad, dé igual la respuesta.

 

Y cuando el estudio de kanji para el Nihongo Noryoku Shiken me supera, cuando veo el dorama Hanzawa Naoki y sólo entiendo su típica frase de yararetara yarikaesu, baigaeshi da porque el resto está todo lleno de vocabulario financiero, cuando escucho una canción de mi grupo favorito de J-Pop (que es Arashi, por cierto) y me cuesta comprender todas las estrofas o cuando hablo con un amigo japonés y me faltan términos para explicarme perfectamente… hago callar la voz que me dice que lo deje ya y me susurro un fuerte ganbatte desde el corazón.

 

Y sigo estudiando. Porque ya no puedo parar.

Muchas gracias.

Un beso,

Lau