Lost in Translation VII – Osaka y Nara

Miércoles 15 de agosto

Como los días anteriores, nos levantamos, viene Rumiko a quitar los futones y a servirnos el desayuno, que es como todos los días, que si pescadito, que si arrocito, que si encurtidos, que si verduritas…. pero hoy está especialmente bueno, ¡ñami!

A las 9:30h, Luis se pone el jimbei que le regaló Midori y Laura se pone su otro yukata y nos vamos a la estación de tren de la línea privada Hankyu, para ir a Osaka, donde hemos quedado en la estación de Umeda (uno de los centros neurálgicos de Osaka) con Hiromi y Mifumi. Allá por el año 1999, Hiro y Mifu vinieron a España como estudiantes de intercambio (una beca que después disfrutaría, a la inversa, Laura, disfrutando también de un año en Kyoto). Durante el año que pasaron en Barcelona, se hicieron muy amigas… y desde entonces, a pesar de la distancia y del silencio, a veces, habían seguido siendo amigas.

En Umeda nos encontramos fácilmente… Hiromi, Mifumi y su peque, Keita, un nene la mar de majo. Aunque cuando Keita nos ve la primera vez se echa a llorar desconsoladamente, mientras Laura se ríe y no para de decirle que vale, que somos gaijin (extranjeros), pero que no somos tan feos, jejejejejee (quizás haya sido la barba de Luis :P) Cuando el nene se calma y va pillando confianza, decidimos ir a comer.

Como vamos con el cochecito, decidimos quedarnos en la estación y comer y charlar tranquilamente. Y hacernos alguna fotillo, claro, que estamos todos muy guapos, como se puede comprobar:

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

Allí cada uno toma uno de los platos del restaurante y Keita, que por problemas de alergias no puede comer tan fácilmente fuera de su casa, disfruta con la comida que le ha preparado su mami Mifu. Pasamos un rato muy agradable, charlando de nuestras vidas actuales, recordando los años universitarios… nos reímos mucho y nos da la sensación de que no ha pasado el tiempo, que seguimos teniendo la misma conexión. Cuando Keita se despierta, algo malhumorado, de la siesta, Mifu decide llevárselo de vuelta a casa, por lo que todos nos despedimos. Y es que nosotros hemos quedado por la tarde en Nara, así que aprovechamos que estamos en Umeda para acercarnos hasta la estación de JR Osaka, a pocos minutos, y coger un tren de la JR e ir a Nara.

Al llegar a Nara, nos sobra algo de tiempo, por lo que decidimos entrar en una cafetería a tomarnos un matcha latte. A las 17h y pico nos encontramos en la estación de Keihan (otra línea privada de tren, de las que en Japón hay por doquier) con Ai-chan, Junko-chan, Yoko-chan y su marido Mustafa. Besos, abrazos y sonrisas, tras un cierto tiempo sin vernos. Cogemos el bus para ir al Kasuga Taisha, donde se celebra un festival que nos apetece mucho ver, el Mantorô, en el que los 3.000 faroles de bronce y piedra situados en el templo, se iluminan de noche, creando una atmósfera muy especial. Allí hay ceremonias espaciales de ese día, como se puede ver:

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

Y también está todo lleno de farolillos encendidos que dan un ambiente precioso al sitio:

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

Después de dar un buen paseo y de hacer unas cuantas fotos (y de que nos hagan algunas a las chicas con yukata, ^_^), vamos a la zona más animada del festival, una calle llena de puestos de comida típica de festivales. Ahí, nos sentamos un rato, tomamos unas cervezas, comemos algo (que si okonomiyaki, que si yakitori, que si yakisoba…) y charlamos un buen rato. Es gracioso, porque Junko habla un español buenísimo y nos hace mucha gracia cómo utiliza expresiones como ‘vamos pa’llá’ o ‘el chiringuito’, jejejejee… ¡qué graciosa es! Podéis verla en la siguiente foto con Laura y Ai-chan, y con el yukata mal puesto, como si fuera una muerta, con el lado derecho sobre el izquierdo:

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

La idea es ir al Todai-ji, el templo de madera más grande del mundo que contiene en su interior una de las figuras de bronce más grandes del mundo: un Buda. Sólo ese día, se abre una ventanita a la altura de la cara del Buda para poder verlo desde fuera. Es una cita interesante, y está claro que lo mismo ha pensado todo quisqui, porque la cola es interminable. Decidimos pasar del tema (al fin y al cabo, todos hemos visto al Buda ya en anteriores ocasiones, así que…) y vamos a ver el Daimonji de Nara, un festival en el que queman en la montaña el kanji con el significado de «grande»: . Y mientras, las chicas se hacen más fotos, aquí con Yoko, que no le va mucho eso de vestirse a estilo tradicional, y luego una de Yoko con Mustafá, su marido marroquí:

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

El más conocido es el de Kyoto, pero nuestras amigas nos cuentan que el de Nara es, de hecho, más grande que el de Kyoto… ¡interesante! (y vemos que las típicas rencillas entre ciudades en plan «el mío es más grande que el tuyo» no son exclusivas de Madrid y Barcelona :P). No se ve muy grande, pero lo que hay en llamas es el kanji de grande :D

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

Cansados todos de la caminata que nos hemos pegado, decidimos ir despidiéndonos. Intentamos coger el bus para volver al centro (las chicas que van con zori no pueden más con sus pies, las pobres),pero está petadísimo y, a pesar del gentío y de que se celebra un festival que llama a muchísimos visitantes, parece que no han reforzado las líneas (¡qué mala organización!) y el siguiente autobús no llega hasta dentro de 15 minutos, así que decidimos ir andando, dando un paseo y charlando. Además, en el que se nos va justo delante de nuestras narices, hay tortas para subirse, y parece que, en este tipo de situaciones, los japoneses se olvidan de su educación.

Al final, nos despedimos de todo, cogemos la JR de vuelta a Kyoto, aunque esta vez no es un tren exprés y es lento, muy lento, por lo que sobre las 23:00h estamos en el ryokan. Nos preparamos un ofuro bien calentito, nos ponemos los yukatas y a dormir… ha sido un día de reencuentros muy bonito: poder charlar con Hiromi y Mifumi, conocer el peque de Mifu y Yoshi, Keita, charlar animadamente con Junko (que después de seis años en España está intentando adaptarse de nuevo a la vida japonesa… ¡duro!), ver después de tanto tiempo a Yoko, que se ha convertido al Islam, y conocer a su marido Mustafa… La verdad es que ha sido genial y muy divertido.

Próximo capítulo: Kibune y Kyoto