En nuestro décimo día en Japón, decidimos irnos al este de Tokio, comenzando por uno de los barrios más antiguos de la capital: Asakusa.
Allí hicimos la ruta turística como cualquier turista: empezamos viendo la puerta Kaminarimon, la calle Nakamise, llena de tiendecitas, el templo… todavía había decoraciones de Año Nuevo y puestos de comida, así que estaba especialmente bonito. Una de las cosas más famosas de Asakusa son las galletas de arroz sembei… ¡y a Eric le encantaron! Le dimos a probar una y cuando ya no había más, se puso a llorar en plan «dadme máaaaaas», así que tuvimos que volver a la tienda y comprar una buena bolsa (se las comió todas él, snif, snif… :D).
El templo estaba lleno de gente, pero pudimos visitarlo completo sin problemas y ver todos los recovecos.
Y aprovechando los puestos de comida, compramos alguna cosita ahí para que Eric comiera algo, aparte de las sembei que tanto le gustaron.
Eric se quedó frito después de comer y nosotros aprovechamos para volver a dar una vuelta por las tiendas de alrededor del templo y comprarnos unos pastelitos típicos de Asakusa… ¡más riiiiiiiicos!
Y seguimos callejeando por Asakusa. Nuestra intención era ir a un conocido restaurante de tempura cerca del templo, pero había mucha cola y,sobre todo, era muy pequeño. Entrar hubiese significado despertar a Eric para sacarle del cochecito y plegar el cochecito… y no nos pareció bien. El pobre llevaba ya un buen tute y queríamos que pudiera descansar, así que decidimos callejear en busca de otro restaurante más espacioso…
Vimos rickshaws…
Las manos de Beat Takeshi en el teatro de Asakusa…
Más y más calles comerciales, con la siempre presente torre Sky Tree de fondo…
Y llegamos de nuevo al comienzo, a la puerta Kaminarimon:
No encontrábamos ningún restaurante amplio, así que seguimos caminando hacia el río para cruzar el puente e ir a la zona del Asahi Beer Hall.
Y ya decidimos pasear un rato por el barrio de Sumida, primero paralelos al río y después adentrándonos un poco en la zona de Mukojima:
Allí nos encontramos algunos de los templos de la peregrinación de los siete dioses de la buena suerte, donde una de las trabajadoras del santuario nos regaló un amuleto para Eric, que seguía fritísimo en su cochecito (y nosotros sin comer).
Y ya desde allí, nos acercamos un poco para ver la nueva torre Sky Tree, que es impresionante, la verdad. Ah, y al final nos compramos unos onigiri y unos tés y comimos por la calle, como pobretones… pero Eric dormía tranquilamente, y eso era lo importante, ^^
Y cogimos el metro hasta un distrito cercano, muy conocido por ser el barrio del sumo: Ryogoku. Y decidimos ir a ver los combates de sumo de la tarde. Un día de combate empieza a las 8h y termina sobre las 17h, por lo que íbamos a pagar mucho para ver un par de horas, pero sabíamos que íbamos con Eric y que, de todas formas, tampoco iba a aguantar mucho más… y mereció la pena. Eric estuvo un buen rato viendo los combates y pareció gustarle mucho, aunque al final estuviera cansado de estar sentado en el mismo sitio viendo lo mismo todo el rato y tuviéramos que turnarnos y salir fuera a dar vueltas con él… pero, de todos modos, mereció muchísimo la pena. Ver combates de sumo en directo es simplemente espectacular. Ambos nos enganchamos muchísimo, ya os lo digo.
Os dejo con un vídeo que grabé al final de la jornada y que deja «vivir» un poco el ambiente que se vive: el silencio, los gritos del público, la tensión, los golpes…
Y después de eso, cogimos la línea Chuo-Sobu de la JR de vuelta a Shinjuku, nos cogimos unos currys para llevar y cenamos en la habitación del hotel, los tres juntitos, tan ricamente.
Como siempre, podéis ver más fotos en el flickr de Lau y el flickr de Luis.
Besos,
Lau
Me ha gustado el video un montón!
Jijijijiji… me alegro!!!!!! XD