Como todos sabéis, la semana pasada celebramos el cumpleaños de Lau en Venecia. Bueno, pues aquí va la crónica del viaje… ¡que ha dado para muuuuucho muuuuucho! Y algunas fotitos del viaje, aunque nos ha costado lo suyo hacer una pequeña «selección», ya que hay muchas fotos y muy buenas… ya os las enseñaremos, ^_^. En fin, aquí os dejamos con la crónica, esperamos que os guste. Viernes 11.11.05 Después de comer por Nuevos Ministerios, ir al aeropuerto de Barajas, facturar y toda la pesca, llegamos al aeropuerto Venezia-Marco Polo sobre las 22h. Siguiendo las instrucciones de nuestra queridísima (aunque más tarde casi odiadísima, por lo que nos hizo andar y sufrir, jeejejeje) Lonely Planet, cogemos un autobús de la empresa ATVO a Piazzale Roma (rápido y barato… ¡tardamos sólo 15 minutos!) y desde ahí buscamos el Canale Grande y la parada de ACTV (de ahora en adelante, vaporetto, que es más molón) para llegar a la parada “Rialto” (uséase, Ponte di Rialto). Desde ahí, andamos cinco minutitos y llegamos al hotel, tal cual lo habíamos visto en las fotos por Internet… ¡qué pasada de palacete! Y la vista del Canale Grande y del Ponte di Rialto desde el muelle del palacete es una maravilla…
En el hotel nos recibe un chico oriental que habla de italiano lo que nosotros (y que después descubrimos que estaba siempre de noche, el pobre… ¡tenía el peor turno!). Total, que Luis intentó comunicarse con él en inglés, preguntándole si la puerta forjada del exterior estaba siempre abierta o si necesitábamos alguna llave… y nanai de la china (nunca mejor dicho), que el chico no entendía nada. Al final, entró en acción Lau que con su súper método “español fácil para extranjeros que no tienen ni idea del idioma” (es lo que tiene hacer clases 100% en español a gente extranjera que acaba de llegar a España y no entiende ni papa de español) pudo más o menos comunicarse con el chino-italiano en idioma de los indios “puerta, abierta?” (sólo le faltó decir “jau” jejeje). Además, después vimos que en el juego de llaves teníamos tres llaves: la de la habitación, la de la entrada al palazzo y la de la puerta forjada… Así que, aunque las puertas estuvieran cerradas, no habría problema, pues tenemos todas las llaves.
Sábado 12.11.05 En teoría, el desayuno aparecía como incluido en la información del hotel que encontramos por Internet, pero en la recepción aparecía que no estaba incluido, así que como éste es nuestro primer día y no nos hemos enterado de mucho (además, está el chino… ¡noooooooo!), salimos a desayunar a un bar que está al ladito del hotel. Después de desayunar, vamos andando hasta la oficina de información turística, que está al lado de la Piazza San Marco (a menos de diez minutos del hotel, ¡genial!). A continuación, decidimos pasear por esa inmensa e impresionante Piazza y disfrutar de esos primeros minutos en la ciudad. Así, vemos la Basílica di San Marco (por fuera, es demasiado pronto para entrar todavía, ya que no abren hasta las 9:45 y nosotros cuando estamos de turismo solemos ser muuuuy madrugadores jejeje), su Campanile (es decir, el campanario, al que subiríamos otro día) y el Palazzo Ducale (¡precioso!) ya en la llamada Piazzeta San Marco, que da al Canale Grande. Aquí tenéis a Lau en el Palazzo Ducale, que está justo al lado de la Basilica di San Marco:
Cogemos nuestra Lonely Planet de Venecia y nos decidimos a empezar uno de los “walking tours” o itinerarios a pie propuestos por todos los sestiere o barrios de la ciudad: en este caso, el más conocido, el sestiere di San Marco. Para ello, nos situamos en la Piazzeta San Marco, donde vemos dos columnas del siglo XII que llevan los emblemas de los santos patrones de la ciudad: el león de san Marcos y la figura de san Teodoro. En realidad, el patrón original de Venecia era San Teodoro, pero un mercader, hace un montón de años, llevó los restos del supuesto San Marcos a Venecia para tener un patrón con más pedigrí, y como su símbolo es el león, la ciudad adoptó entonces a este animal como su símbolo. A la derecha, vemos el Palazzo Ducale y a la izquierda la Librería Nazionale Marciana. Pasamos por entre las columnas y llegamos a la impresionante Piazza San Marco, dominada por la Basílica y el Campanile. Cruzamos la plaza por la Ala Napoleonica, el lugar que Napoleón utilizó como despacho en 1797 y llegamos al Campo San Moisè, donde visitamos la iglesia de mismo nombre, en origen del siglo VIII (aunque la fachada barroca es producto de 1660). Metidos entre las callejuelas del sestiere, llegamos al Palazzo Contarini-Fasan, que aunque estéticamente no es muy interesante, queremos ver porque la leyenda dice que Desdemona, mujer de Othello en la obra de Shakespeare, vivió aquí. Seguimos andando en dirección oeste hasta llegar al Campo Santa Maria del Giglio, donde vemos la iglesia de mismo nombre. Cruzamos un par de canales y llegamos a ver el Palazzo Corner, obra residencial del siglo XVI de Sansovino, y el Campo San Maurizio, rodeado de preciosas mansiones de los siglos XIV y XV. En dirección al Campo di Santo Stefano, vemos algo que se repetiría una y otra vez en nuestros “walking tours”: un campanile inclinado, muy inclinado, ¡que ni la torre de Pisa! Desde ahí, paseamos tranquilamente por el Campo San Vidal hasta llegar al Ponte dell’Accademia, uno de los tres puentes que cruzan el Canal Grande.Cruzamos el puente hasta la mitad, para ver las vistas… aquí un ejemplo:
Pero no cruzamos del todo el puente, sino que volvemos atrás, ya que no queremos dejar el sestiere di San Marco. Más o menos paralelos al Canal Grande, vemos la Ca’ del Duca (casa del Duque, llamada así porque el Duque de Milán la compró a la familia Corner en 1491), el Palazzo Malipiero, la Chiesa di San Samuele y el Palazzo Grassi, una viva muestra de la tendencia neoclacicista de Massari en este diseño de 1749. Seguimos más o menos paralelos al Canal Grande para ver desde fuera la casa de Paolo Veronese y la Casa Nardi, que se construyó a principios del siglo XX y tiene un estilo veneto-bizantino que recuerda un poco a la Barcelona modernista, sobre todo al arquitecto Lluís Domènech i Montaner. Seguimos en nuestro periplo por el sestiere di San Marco, nos alejamos del río y nos metemos más y más en el sestiere. Durante el paseo vemos el Palazzo Duodo y el Palazzo Gritti, aunque la sorpresa espera entre canales y callejuelas y puentecitos: el edificio de la Opera, con una entrada espectacular en pleno canal. Llegamos luego al Campo San Fantin, donde visitamos la chiesa del mismo nombre y donde vemos el Ateneo Veneto (sede de una sociedad fundada en la época de Napoleón). Volvemos a acercarnos al Canal Grande y nos topamos con el Palazzo Fortuny, reconocible por sus ocho ventanas conectadas de estilo veneciano, y con la Chiesa di San Beneto, que fue reconstruida a principios del siglo XVII y actualmente está cerrada. Nos perdemos un poco entre las callejuelas y vamos a parar a la Riva del Carbón, un bonito paseo paralelo al Canal Grande, donde admiramos la arquitectura veneciana gracias al Palazzo Loredan, la Ca’Farsetti, el Palazzo Grimani, el Palazzo Dandolo, el Palazzo Bembo y el Palazzo Dolfin-Manin (todos más o menos de los siglos XIV y XV). Llegamos al Ponte di Rialto y cansadísimos nos metemos por callejuelas cercanas para buscar un restaurante donde comer… ¡pasta!… y descansar un poco ^_^.
Con energías más o menos renovadas, nos acercamos de nuevo al Ponte di Rialto, lo cruzamos (¡qué bonito el Canal Grande visto desde el puente!) y paseamos tranquilamente por el sestiere de San Polo, donde vemos muchas tiendas con recuerdos, muchos bares y restaurantes (que más adelante frecuentaríamos), y un ambiente muy agradable, sobre todo en la Fondamente del Vin (Fundamenta es el nombre que tienen las calles generalmente aledañas a un canal importante), un paseíto lleno de restaurantes a orillas del Canal Grande. Decidimos ir callejeando por los sestieres de San Polo y Santa Croce hasta llegar al Ponte degli Sclalzi, otro de los tres puentes que cruzan el Canal Grande, para ir a la estación de tren (Ferrovia) y preguntar horarios para ir a Padua o Verona. De vuelta, decidimos no cruzar el Canal y volver al hotel por el sestierede Cannaregio, paseando tranquilamente paralelos al Canal y cenando algo por el camino: Lau se compra un pan típico relleno de aceitunas y queso y Luis una focaccia de atún. A medio camino, nos encontramos con un “wine bar” muy tradicional y cuco y decidimos entrar y tomarnos un vasito de vino y un pichito (Lau de queso y membrillo, Luis de ensalada de atún). Cerca del hotel, nos sentamos en un bar a tomarnos un trocito de pizza y a descansar un poco… ¡que hemos andado demasiado para ser nuestro primer día! Aquí el Ponte di Rialto, una preciosidad (que ya habíamos visto «en miniatura» en Las Vegas, jajajaja, en el hotel-casino The Venetian, donde había una copia del Ponte di Rialto, el Palazzo Ducale, las dos columnas de la Piazza San Marco, en fin… ^_^):
Domingo 13.11.05 Armada de valor y de paciencia, Lau decide poner en práctica otra vez su súper método “español fácil para extranjeros que no tienen ni idea del idioma” y se va a hablar con el chino-italiano, para preguntarle qué pasa con el desayuno, ^_^. Parece ser que está incluido, así que genial: capuccinos y croissanes rellenos de mermelada (típico en Venecia, no sabemos si también en el resto de Italia). Después de desayunar, vamos hacia la Piazza San Marco para ver el famoso Ponte dei Sospiri, que para desilusión de muchos actualmente no es un puente que uno pueda cruzar, L. A Lau justamente eso le molestó mucho, jejeje, aunque el “puente” en sí es bonito. Aquí nos tenéis, «suspirando» al ver el puente:
Volvemos a la Piazza y subimos al Campanile, desde donde hay unas vistas impresionantes de la ciudad… ¡qué precioso! Además, desde arriba vemos cómo se prepara una competición de góndolas por el Canal (no eran góndolas normales, ya que estaban pintadas de colorines en plan equipos). Aquí los tenéis:
Al bajar, intentamos entrar en el Palazzo Ducale, pero el precio nos tira para atrás… ¡11€! Decidimos dejarlo para otro día si nuestra economía nos lo permite (que no fue así, el último día teníamos que contar lo que nos gastábamos porque estábamos en las últimas, jejejeje), así que decidimos pasear por el sestiere di Castello e ir tranquilamente paralelos al Canale di San Marco, cruzando puentes como locos y cruzándonos con un montón de gente corriendo… ¿qué pasa? Al llegar a la zona llamada Arsenale vemos qué pasa: hay una carrera de orientación por Venecia, así que durante todo el día nos cruzamos con gente corriendo entre las callejuelas del sestiere con un mapa en la mano (¡como nosotros!) y una brújula intentando pasar por todos los controles (que nosotros también fuimos encontrando después, ¡es que hicimos otro “walking tour”!) hasta llegar a la llegada, que estaba situada muy cerca de la salida, curiosamente, en la Riva dei Sette Martiri, paralela al Canale di San Marco y más al este del Arsenale.
En fin, después de tomarnos unas fotitos graciosillas en el Museo Storico Navale, decidimos ver el ambientillo e ir por la Fondamente dell’Arsenale hasta donde empezaba la cursa, cruzar un puente y ver las entradas por mar y por tierra al Arsenale. Se dice que los muelles del Arsenale son de 1104, aunque ciertos historiadores afirman que su construcción es de un siglo después. Lo que vemos actualmente (o lo que no vemos, ya que está todo amurallado y cerrado a la vista de todos), son en realidad tres “arsenales” en uno: el Arsenale Vecchio, o viejo, el centro del complejo; el Arsenale Nouvo, o nuevo, que se añadió en 1325; y el Arsenale Nuovíssimo, o muy nuevo, que se agregó en 1473. En su esplendor, el Arsenale cubría 46 hectáreas, tenía unas 300 empresas navales y daba trabajo a unas 16.000 personas. En 1570, por ejemplo, se pidió al Arsenale producir una gran cantidad de barcos para una flota de emergencia. Pues bien, en tan sólo dos meses se construyeron 100 galeras. El Arsenale de Venecia producía la gran mayoría de barcos de la flota Cristiana (entre la que estaba la flota imperial española) que combatió al turco en Lepanto, aunque en el siglo XVII los barcos construidos en Inglaterra y Holanda empezaron a mostrarse superiores. Ya en la misma época, Venecia empezaba a mirar más a la tierra que al mar, de manera que cuando La Serenísima cayó en 1797 (cuando llegó Napoleón), la producción naval ya había cesado de todas formas. A pesar de que actualmente se utilizan algunos espacios para exposiciones y exhibiciones, el área todavía sigue siendo propiedad de la marina. Aquí tenéis a Lau, delante del Arsenale:
Volvemos al paseo paralelo al Canale di San Marco y decidimos empezar un “walking tour” por el sestiere di Castello. Así pues, seguimos andando por la Riva dei Sette Martiri hasta llegar a los Giardini Pubblici (Jardines públicos) y el cercano Parco delle Rimembranze, que se sitúa en la punta más oriental de la isla. Cruzando el parque, nos metemos por las callejuelas de Castello, donde vemos calles inundadas no sólo de corredores buscando puestos de control, ^_^, sino también de muchísima ropa tendida! Qué gracia de barrio. En fin, seguimos paseando por entre las callejuelas hasta llegar a la Via Giuseppe Garibaldi, muy llena de bares y de ambiente… y donde descubrimos un bar con las mejores focaccia que uno puede soñar… ¡ñam! Nos sentamos cerca para ver los corredores pasar (empiezan a hacerse pesados, ¡están en todas partes! Y hasta nos preguntan a nosotros, qué gracia) y comernos una deliciosa focaccia para recuperar fuerzas y seguir con el “walking tour” hasta el otro extremo del sestiere. ¡Vamos allá!
Volvemos al Arsenale, cruzamos el puente y nos topamos con la Chiesa di San Martino, un diseño de Sansovino del siglo XVI, y con el Palazzo Erizzo, de arquitectura renacentista. Entre callejuelas, llegamos a una plaza donde se sitúa la Chiesa di San Giovanni in Bragora, que no visitamos, y el Palazzo Soderini, donde vivían los hermanos Bandiera. De paseo, vemos el edificio de la Scuola di San Giorgio degli Schiavoni, escuela religiosa del siglo XVI, y la Casa Magno, ejemplo único de residencia de estilo gótico. Por fin, después de varios kilómetros (este itinerario era de 9 kilómetros!!!), llegamos a estar casi paralelos al Canale delle Fondamente Nove (la zona norte de la isla), para ver la Chiesa di San Francescio Della Vigna, con una fachada sorprendente por lo recargada y monumental, y la fachada barroca del Ospedaletto. Finalmente, llegamos al Campo SS Giovanni e Paolo, donde admiramos la Chiesa dei SS Giovanni e Paolo y al lado la Scuola Grande di San Marco, que con fachada de mármol fue una de las cofradías más importantes de la ciudad, aunque actualmente forma parte del hospital de la ciudad.
Cansadísimos, decidimos parar a comer algo (qué bien sienta una pizza y un vinito de la casa cuando uno está cansado, ^_^). Un ratito después, vamos hacia la Piazza San Marco y finalmente entramos en la Basílica. Y no hay palabras para describirla… simplemente, increíble, ¡qué belleza! No sólo las cinco cúpulas están decoradas con mosaicos brillantes, sino absolutamente todo lo demás: paredes, arcos, techos… precioso, increíble. Pero el espectáculo también se encuentra en el suelo, con una gran variedad de motivos geométricos y florales del siglo XII. Si el exterior de la basílica, con una fachada impresionante de mosaicos, el interior es simplemente alucinante. Una visita muy recomendable a todos. Aquí la Basílica, desde la Piazza San Marco:
Al salir, callejeamos por el sestiere y llegamos a Rialto, donde le preguntamos a unos gondoleros cuánto nos costaría una vueltecita en góndola. Teníamos información de los precios oficiales y de la tradición de algunos gondoleros de aumentar el precio a los turistas, así que íbamos preparados… Total, que nos piden 80€ por unos 35mins de paseo… ¡increíble! Ni locos queremos pagar eso. Sabemos que el paseo en góndola es caro, pero no estamos dispuestos a que se rían de nosotros (no estàvem disposats a que ens aixequessin la camisa, vaja… els catalans ja m’enteneu!). Sabíamos que muy cerca del hotel, en un canalito pequeño, había siempre gondoleros ofreciendo sus servicios, así que nos fuimos para allá. Preguntamos el precio y concordaba con nuestra información, así que… ¡pa la góndola que nos vamoooos!). Primero salimos al Canale Grande, donde nuestro gondolero nos muestra el palazzo más antiguo de Venecia (parece ser que es del siglo X) y después de un ratito, nos metemos por canalillos más pequeños y a veces en absoluto silencio… Bueno, silencio roto por nuestro gondolero, que se pone a cantar una canción romantiquita y muy suave sobre gondoleros y Venecia y vete tú a saber qué más… Buf, precioso… más romántico imposible. Pero tranquilos, no está todo el rato cantando, sino que a ratos nos cuenta cositas sobre los sitios por los que pasamos: vemos donde se dice que vivió Casanova (él existió de verdad, aunque su historia puede ser una simple farsa, ya que la contó él mismo!), también pasamos cerca de la casa de Marco Polo, pasamos al lado de la Chiesa dei Santa Maria dei Miracoli, construida con mármol de carrara que había sobrado de la construcción de la Basílica de San Marco. En fin, una maravilla de paseo… Aquí teneís una fotito desde la góndola:
Al caer la noche, decidimos dar un paseo por el barrio de Cannaregio (yendo en dirección a Piazzale Roma, el punto de entrada a Venecia desde tierra firme, si recordáis) y comemos por el camino unos calzone grandotes y bastante picantes… ñam. Antes de volver al hotel, nos metemos en uno de los pocos “bares” que hay en Venecia (hay muchos sitios de pizza y cafés, pero bares lo que se dice bares hay pocos), el Bacaro Jazz, a tomarnos una copita relajadamente para despedirnos de otro día fantástico (y también muy cansado, ^_^) en Venecia.
Lunes 14.11.05 Nos levantamos y grata sorpresa… ¡hace un sol increíble! (¿pero no decía el hombre del tiempo que nos iba a caer más agua que en el Diluvio Universal?) Así que después de desayunar vamos paseando hasta la Piazza San Marco para hacer algunas fotos con luz solar y con el otro objetivo (el largo :P) de la cámara de Luis. Desde ahí, cogemos el vaporetto número 41 a la cercana isla de Murano, famosa en todo el mundo por la fantástica fabricación de cristal, industria que se estableció aquí en 1291!!!. Damos un paseo por la pequeña isla, que tiene un encanto especial, entramos en una tienda para ver un artista hacer diseños con cristal (y claro, sucumbimos a la tentación, ^_^) y visitamos la Chiesa dei SS Maria e Donato, un ejemplo fascinante de arquitectura veneto-bizantina con toques románicos. Aquí Lau en uno de los pocos puentes que cruzan el canal principal de Murano:
Desde Murano, cogemos el vaporetto LN (Laguna Nord) y nos vamos a otra isla de la laguna, Burano, famosa por sus productos de ganchillo y encaje. Pero la isla no sólo ofrece eso, ya que esta pequeña islita de pescadores es un espectáculo para los ojos: tiene muchísimas casas pintadas de colores, de manera que puedes encontrarte en una calle con una casa pintada de rojo vivo, otra de lila, otra de amarillo, azul, verde… ¡es espectacular! Parece ser que el origen de tantos colores es que los pescadores querían ver sus casas al volver a la isla después de un intenso día de pesca, pero sea cual sea la razón, la verdad es que los colores te cautivan y te enamoran. Antes de visitar la isla a fondo, decidimos parar a comer, pues estamos hambrientos. Miramos varias opciones (¡a cual más cara!) y finalmente nos decidimos por una pizzería (qué raro… y con ésta ya van… ufff :P) con mesitas fuera (hace fresquito, pero el sol calienta y se está de vicio fuera) y comemos unas deliciosas pizzas y unas cervecitas. Con más energía, damos un buen paseo por toda la isla, perdiéndonos por callejuelas estrechas y más alejadas de los canales principales. ¡Qué colores! ¡Qué preciosidad! Aquí otra vez Lau (¿se nota que Luis hace las mejores fotos?) en una de las calles principales de Burano:
Desde Burano, cogemos otro vaporetto hasta otra isla de la laguna, Torcello, que aunque está casi abandonada, recibe un gran número de turistas. ¿Por qué? Pues porque es en Torcello donde encontramos la Cattedrale di Santa Maria Assunta, una antigua catedral de arquitectura veneto-bizantina que fundada en el siglo VII fue la primera de todo Venecia. Es, sin duda alguna, el monumento veneciano más antiguo que se ha mantenido inalterado. Enfrente de la catedral están los restos excavados del antiguo baptisterio circular del siglo VII, un modelo típico del baptisterio de los primeros años del cristianismo. Algunos fragmentos datan del siglo IV, indicando que la isla de Torcello ya estaba habitada bajo el Imperio Romano. Al lado de la catedral, encontramos una pequeña iglesa, la Chiesa di Santa Fosca, que se fundó en el siglo XI para dar sepultura a Santa Fosca.
Desde Torcello, volvemos a Burano en vaporetto y desde ahí, cogemos otra línea que nos lleva directamente (tardamos una hora, más o menos) a Fundamente Nove, una de las paradas situadas al norte de la isla. Callejeando, llegamos a nuestro hotel en menos de 15 minutos… ¡si es que está cerca de todo! En el hotel, el chinito cudeiro nos saluda con un “buona sela” que hace que Luis se descoyunte de la risa…
Después de descansar un rato en el hotel, decidimos dar un paseo por la zona del Ponte di Rialto (y aprovechamos para comer algo)… es tan romántico pararse encima del ponte y mirar las vistas… precioso.
Martes 15.11.05 ¡Hoy es el cumple de Laaaaaaau! Y para celebrarlo bien, decidimos matarnos (sí, un poco más todavía) haciendo uno de los “walking tours” de la Lonely Planet: esta vez toca pasear por el sestiere di Dorsoduro. En teoría la ruta empieza en pleno barrio de Dorsoduro, así que sin pensar en los 5km que indica la guía que tiene la ruta, nos vamos para allá andando tranquilamente (si es que no nos extraña que nos dolieran tanto las piernas… ¡tamos locooooos!). Total, que finalmente llegamos al Campo Santa Margherita, donde vemos un par de las scuole o cofradías religiosas de la ciudad, la Scuola Varoteri y la Scuola Grande dei Carmini, una de las más importantes y poderosas de la época (se dice que tenía 75,000 miembros en 1675… ¡no está nada mal si tenemos en cuenta que el total de la población de Venecia por aquel entonces era más o menos el doble!). Aquí tenéis una foto del Campo Santa Margherita, muy concurrido tanto de día como de noche:
Justo al lado, entramos en la Chiesa dei Carmini, una iglesia bizantina del siglo XIV con toques góticos y ornamentos posteriores de los siglos XVI y XVII que por fuera llama poco la atención pero que por dentro es impresionante (una curiosa mezcla…). Paseando por la Fondamente del Socorso, llegamos al Palazzo Zenobio, una estructura barroca de Antonio Gaspari, que da cabida desde mediados del siglo XIX al Collegio Armeno dei Padri Mechitaristi (¿Colegio Armenio de los padres mechitaristis? Ni idea de cómo se traduce…). Seguimos callejeando hasta encontrarnos con la Chiesa di San Sebastián, un remake renacentista de una iglesia anterior que se atribuye a Antonio Scarpagnino (1505-1549), y la Chiesa di San Basilio, también conocida como Angelo Raffaele. Y seguimos nuestro paseo y nuestras visitas a iglesias (¡hay tantas y tan interesantes!), encontrándonos por el camino con la Chiesa di San Nicolò dei Mendicoli, una iglesia que todavía mantiene elementos originales del siglo XIII. La parroquia, una de las más antiguas de Venecia, tiene un pórtico lateral que se utilizaba para dar cobijo a los pobres, que mendigaban mucho por la zona. La pequeña placita alrededor de la iglesia es tranquila y sosegada (nos sentamos un poco a descansar, ^_^) y en ella encontramos un pilón con el león de San Marcos (uno de los pocos que Napoleón no destruyó). Cruzando el Rio delle Terese nos encontramos la Chiesa di Santa Teresa y su convento, que actualmente se utiliza ocasionalmente como teatro durante la Biennale. De paseo por la Fundamenta Santa Marta descubrimos una Venecia bien diferente a aquella de los monumentos y los turistas: estamos en un barrio obrero, con más bloques de pisos y calles más anchas. Seguimos tranquilamente por la Fundamenta dei Cereri, hasta llegar al Campo San Pantalon y observar la Chiesa di San Pantalon, que con una fachada de ladrillos sin terminar del siglo XVII, no dice mucho desde fuera… aunque la sorpresa está en el interior (como todas las iglesias de Venecia… ¡parecen huevos kinder!), con unos 40 lienzos de Giovanni Antonio Fumiani. Y aquí tenemos a Luis, en pleno barrio de Dorsoduro:
De nuevo en el centro de Dorsoduro, nos sentamos un rato en el Campo Santa Margherita, muy concurrido de día (hay puestos de pescado, frutas, verduras…) y de noche (dice la guía que es uno de los mejores sitios para tomarse un spritz… aunque nosotros descubriríamos otro, ^_^). De pie otra vez, cruzamos el Ponte dei Pugni, uno de los puentes de Venecia en los que las facciones locales, conocidas como los Nicolotti (con boinas negras) y los Castellani (con boinas rojas), se encontraban para sus luchas… De ahí el nombre del puente (pugni significa puño), ya que el objetivo de la guerre dei pugni era tirar a los oponentes al canal. Esta práctica fue prohibida en 1705 cuando una de estas luchas se “animó” más de la cuenta: relucieron cuchillos y hubo muertos. En fin, nosotros a lo nuestro, seguimos con nuestra “lucha” particular (soportar los extremadamente duros “walking tours”, jejejeje) y de paseo llegamos a la Chiesa di San Trovaso, una construcción del siglo XVI sobre una antigua iglesia del siglo IX con un par de Tintorettos en su interior. Su scuola asociada daba cabida a la cofradía de los squerarioli, o constructores de góndolas. Y justamente al lado de la iglesia vemos una de las squeri (taller de góndolas) más importantes todavía en funcionamiento en la ciudad, la Squero di San Trovaso. Cruzamos el Rio di San Trovaso (¿originales con los nombres, eh?), llegamos al Canale Della Giudecca y nos decidimos a pasearlo en paralelo, porque las vistas de la isla de Giudecca (que organizativamente depende del sestiere di Dorsoduro) desde ahí son espectaculares. Durante nuestro paseo, nos encontramos con la Chiesa dei Gesuati, que fue construida por los dominicanos (que habían reemplazado a la orden de los jesuitas, Gesuati en italiano) y que tiene una imponente fachada del siglo XVIII, y justo al lado nos encontramos la Chiesa di Santa Maria Della Visitazione, que está cerrada y es imposible visitar. Siguiendo paralelos al Canale Della Giudecca, cruzamos un par de canales y nos encontramos con el antiguo Hospédale degli Incurabili… ¿Nombre esperanzador, eh? Pues sí, este edificio del siglo XVI se construyó para ingresar a los enfermos incurables de sífilis. Más tarde fue utilizado como orfanato y hoy en día es uno de los edificios de los tribunales de Venecia. Aquí tenéis uno de los canales que cruzamos, con su taxi y todo, ^_^:
Justo al lado está la Chiesa di Santo Spirito, una pequeña iglesia de fachada renacentista que marca la salida a la Festa del Redentore que se celebra todos los meses de julio (básicamente, se coloca una hilera de barcos que cruzan el Canale Della Giudecca y que conectan esta iglesia con la Chiesa del Redentore en la isla de Giudecca, una tradición que data de 1577, cuando el Senado ordenó la construcción de esta iglesia para agradecer a Dios el fin de la plaga que azotaba la ciudad). Unos minutos después de seguir con nuestro recorrido, nos encontramos con el Salón Ex-Magazzini del Sale, antiguos almacenes de sal, un edificio neoclásico del año 1830, aunque los almacenes de sal se construyeran en el siglo XIV, ya que el monopolio de la sal fue una de las piezas clave de la importancia de Venecia en la era medieval (dada la importancia que la sal tenía en esa época para preservar comida, etc.). Actualmente los edificios son propiedad de clubes de remo o se utilizan para exhibiciones temporales.
En todo “walking tour”, siempre hay algo que no puedes ver porque está en obras (¡que se lo digan a los turistas que visitan Madrid! Jejejeje) y a nosotros nos tocó justamente en este punto. Nuestra ruta nos mandaba seguir paralelos al Canale della Giudecca para llegar a la Punta Della Dogana, que marca la separación entre el Canale Grande y el Canale della Giudecca… algo que no podemos ver, ya que todo acceso (desde un lado y desde el otro), está cerrado por obras. Así que nos conformamos con leer la información que nos da la Lonely Planet al respecto y ver desde lejos la cúpula diseñada en 1677 por Giuseppe Benoni, que muestra a dos Atlas de bronce medio arrodillados por el peso del mundo, sobre la cual está la diosa Fortuna. Volvemos un poco atrás para encontrar una manera de cruzar este pequeño vecindario y llegar a la otra “costa” de Dorsoduro, la del Canale Grande. Y lo conseguimos, llegando directamente al Campo della Salute, donde se encuentra la monumental Chiesa di Santa Maria della Salute, que ya habíamos visto desde la Piazzeta San Marco, claro. Esta iglesia barroca es una de las obras maestras de Longhena, que recibió el encargo de construir una iglesia en honor a la Virgen María, a cuya intervención se atribuye el final de la plaga de 1630. Todos los 21 de noviembre, una procesión sale de la Piazza San Marco hasta la iglesia para agradecer la buena salud de la ciudad. Una iglesia realmente impresionante, imposible de digerir desde tan cerca y que se ve absolutamente monumental desde lejos.
Muy cansados, encaramos la última parte marcada del recorrido: ir desde la Chiesa di Santa Maria Della Salute al Ponte dell’Accademia, uno de los cuatros que cruzan el Canale Grande y por ello decidimos ir paralelos al canal. Enseguida nos encontramos con la pequeña Chiesa di San Gregorio y el Palazzo Genovese, construido en parte sobre la antigua abadía a la cual pertenecía la iglesia. Seguimos avanzando y nos encontramos con el Palazzo Dario, una mansión de estilo gótico y con fachada renacentista de mármol sólo visible desde el Canale Grande, muy conocida entre los venecianos ya que muchos de los propietarios parece que han muerto de manera misteriosa o miserable… ¡qué intriga! Casi al lado está el Peggy Guggenheim Collection, un museo de arte contemporáneo que aunque hubiésemos querido ver no habríamos podido, pues cierra los martes. Y un poco más lejos el Palazzo Barbarigo, la fachada del cual tiene mosaicos dorados… y finalmente llegamos al Campo Della Carità, donde se encuentra el Ponte dell’Accademia, fin de nuestro “walking tour”.
Descansamos un poco en el Campo Santo Stefano (ya en el sestiere di San Marco) y decidimos ir a comer a un restaurante recomendado por la guía: la Osteria al Bacareto, una trattoria tradicional con buen servicio, buena comida y… malos precios, ^_^. Pero un día es un día (¡y más en un cumpleaños!), y nos ponemos las botas: de entrante, pedimos una ensalada de pulpito (pulpito hervido, con aceite y poco más… y muy muy tierno… ¡delicioso!); de segundo Luis se pide sepia en tinta con polenta (típico plato veneciano) y Lau espaguetis con sepia en su tinta… ¡ya os podéis imaginar qué dientes y qué labios y qué lenguas taaaaan negraaaaas! ¡Qué risas! De postre, Luis pide una mousse de amaretto que está simplemente deliciosa y Lau una recopilación de dulces típicos venecianos (baicoli, buranelli…) con su vinito dulce (llamado zibibbo). ¡Ñam! Buena elección.
Aunque hemos descansado durante la comida, volvemos al hotel a descansar un poco, que el “walking tour” por Dorsoduro ha sido muy heavy. Pero de camino, decidimos ir a ver un edificio que vimos desde la cima del Campanile de la Piazza San Marco, el Palazzo Contarini del Bovolo, muy conocido por su escalera espiral exterior renacentista, de la cual recibe parte de su nombre (bovolo significa espiral, en veneciano). Este edificio, que se construyó en el siglo XV, mantiene un toque gótico en los arcos y los capiteles y es muy interesante visto desde fuera, sobre todo porque está metido entre callejuelas y casas… ¡nadie diría que torciendo una calle estrechísima uno puede llegar a ver este palazzo! Es lo que tiene Venecia, tesoros ocultos por todas partes: la callejuela más estrecha y oscura que puedas imaginarte puede ser donde encuentres el edificio más bonito del barrio… ¿A qué es chulo el Bovolo?
Después de descansar finalmente en el hotel un rato y aprovechando que hoy también hace sol, salimos otra vez antes de que se ponga (sobre las 17:30h ya es de noche) y nos vamos hacia Fundamente Nove, pensando que encontraríamos un paisaje más espectacular… pero no, así que dispuestos a hacer una foto artística que tenemos en mente (idea de los dos, técnica puesta por Luis, ^_^) nos vamos hacia la Piazza SanMarco, cargados con la cámara y trípode, dispuestos a hacer un montón de fotos artísticas de la zona cuando baja el sol y cae la noche. Y como las fotos artísticas mejor que las ponga Luis en su blog, ponemos una del final de la sesión, de nosotros dos, frente a las góndolas de San Marco. Fijaos en el movimiento de las góndolas, ¿a qué mola?
Paseando tranquilamente por la zona, acabamos en la Via Garibaldi (cerca del Arsenale), donde nos tomamos un spritz, el típico aperitivo veneciano (se puede ver a cualquier veneciano bebiéndolo a cualquier hora!): bitter, prosecco (vino blanco espumoso) y soda, con hielitos, un gajo de naranja o limón y una aceitunita… ¡qué bueno está! El spritz nos abre el apetito, así que decidimos ir a un local de pizzas (te las hacen o las puedes comprar al taglio, o sea, en porciones) que habíamos visto el día anterior (y como habíamos dejado un rastro de baba, ^_^, pues encontramos fácilmente) cerca del Ponte di Rialto, en el sestiere di San Polo. Y al llegar, ¡más baba! ¡Qué porciones! ¡Qué masa! ¡Cuánto relleno! ¡Qué buenooooo! Nos hace gracia estar ahí, de pie, al lado de dos abuelitos que comparten una porción (y que después le piden otra a la Silvia, la dependienta de la que nos haríamos amigos, jejejeje), es muy curioso… y la pizza deliciosa.
Miércoles 16.11.05 Después de desayunar, nos vamos andando por Cannaregio hasta Ferrovia, para coger un tren a la cercana ciudad estudiantil de Padua, también conocida como la ciudad de San Antonio, ya que es en Padua donde encontramos la monumental e impresionante Basílica del Santo (o Basilica di Sant’Antonio).
Al llegar a la estación, vamos directamente a los Giardini dell’Arena, donde se encuentra la Capella degli Scrovegni, una capilla de 1304 que construyó Enrico Scrovegni para su padre, a quien se le había denegado sepultura cristiana por sus prácticas monetarias. Desgraciadamente no podemos entrar porque, además del precio que echa para atrás, hay que reservar con antelación… así que decidimos seguir con nuestro paseíto por la ciudad y llegamos a la Chiesa degli Eremitani, una iglesia augustiniana del siglo XIV que ha sido casi completamente reconstruida porque fue muy bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial. En su interior encontramos el intento de reconstrucción de los frescos de Andrea Mantegna, con todos los trocitos que se han encontrado… La verdad es que es impresionante sólo imaginar cómo debía ser antes del bombardeo, porque ya ver los trocitos es sobrecogedor.
Seguimos nuestro paseo por Padua y llegamos al famoso Caffè Pedrocchi, que es sin duda EL café de la ciudad. Muy cerca, encontramos la universidad, la mayor parte de la cual se sitúa en el Palazzo Bò. Establecida en 1222, esta universidad es la más antigua de Italia después de la de Bolonia. La primera sala dedicada de anatomía de toda Europa se abrió aquí en 1594 y también es digno de mención que Galieo Galilei enseñó en la universidad de 1592 a 1610. Las paredes del patio principal de la universidad están cubiertas de muchísimos escudos de armas.
Dejamos la universidad con su historia y sus estudiantes y nos dirigimos a la Piazza delle Erbe y la Piazza Della Frutta, dos plazas que todavía hoy en día viven de los puestos de mercado (de fruta, hierbas y demás artículos). Las dos plazas están separadas por el Palazzo Della Ragione, también conocido simplemente como el “Salone”, ya que tiene un gran salón en el piso superior. Este edificio, que se construyó en los siglos XIII y XIV, tiene frescos de Giusto de’ Menabuoi y Nicolò Mireto con las teorías astrológicas de Pietro d’Albano.
Un poquito más al sur, nos encontramos la catedral, que se construyó a partir de un diseño muy alterado de Michelangelo, pero como no nos resulta muy interesante (somos sinceros, ^_^), decidimos seguir nuestro recorrido por las callejuelas portaladas del centro de Papua hasta llegar a la Piazza del Santo, donde se encuentra el edificio más visitado de toda la ciudad: la Basilica di Sant’ Antonio, que da sepultura al patrón de la ciudad y se desmarca como importante lugar de peregrinación. Su exterior ya es sobrecogedor, pero el interior lo es más si cabe… ¿en una palabra? Quizá grandiosidad. Y muy interesante también ver la devoción de la gente a San Antonio, pues los alrededores de su tumba están plagados de fotos y cartas donde los creyentes les dan las gracias por haberles salvado o curado. Realmente impresionante. Había hasta escritos de agradecimiento en japonés! Aquí la impresionante Basílica:
Justo a la salida de la basílica, vemos la estatua ecuestre de Gattamelata, obra de Donatello de 1453. Esta perfecta representación del mercenario del siglo XV Erasmos da Narni (apodado “Gattamelata”), es considerada la mejor representación en bronce del renacentismo italiano.
Cansadísimos, decidimos seguir las recomendaciones de la guía y entrar en la Antica Trattoria dei Paccagnella,una buenísima trattoria de estilo antiguo pero con una cocina de toque moderno. Asusta un poco por fuera, ya que parece más “pija” de lo que es en realidad. De primero, comimos algo que ninguno de los dos sabe explicar, :P, es lo que tiene no entender qué habíamos pedido, jejejejee… De segundo, Luis comió un típico bacalao a la vicentina, una receta típica de la región del Veneto y Lau unos deliciosos medallones de ternera con uvas y nueces, regado con un vinito toscano. De postre, Luis disfrutó con un strudel de manzana y Lau con una mousse de castañas que resultó estar buenísima. En fin, ¡una delicia de comida! Aunque eso sí…¡todo en italiano! Porque el camarero no habló nada más que italiano, así que fue un poco complicado seguirlo a veces (sobre todo cuando enumeraba los platos especiales que tenían ese día, y más teniendo en cuenta que eran recetas un poco imaginativas, con muchos ingredientes… ¡glups!).
Después de dar otra vueltecita tranquilamente paseando por la ciudad, nos acercamos a la estación de tren y volvemos a Venecia (cogemos un tren Inter-regional, más rápido que el Regional de la mañana, aunque no estamos seguros si nuestro billete es válido… jejeje… pero como no pasa el revisor, pues nos quedamos con la duda). Desde Ferrovia, vamos paseando otra vez hasta nuestro hotel y descansamos un rato. Por la tarde, salimos otra vez por Cannaregio y llegamos a nuestro wine bar favorito… así que nos sentamos un rato a tomarnos un spritz (¡aquí es más bitter! A Lau no le gusta tanto… ¡y no tiene aceituna! Lau no para de gritar: “esto no es ni un spritz ni es ná!” jejejee), acompañándolo con unos canapés y bocadillitos… ¡ñam!
Paseando, paseando, cruzamos el Canale Grande y acabamos en el Campo C. Battisti, en el sestiere di San Polo, muy cerquita del Ponte di Rialto, sentados en una terracita tomándonos un delicioso spritz: ¡aquí volvemos! (y volveríamos, jejejeje). Buena manera de terminar el día… sentaditos en un típico campo veneciano, al lado del Gran Canal, rodeados de italianos tomando vino y bebiendo spritz… El sitio era un bar restaurante con bastante buena pinta, con una carta muy imaginativa de cocina internacional aunque algo carilla (Luis se quedó con las ganas de cenar allí), pero el spritz lo hacían muy ricos, eran más o menos baratos (1.50 euros) y tenían terracita para sentarse después de un largo día de caminatas (a los venecianos les encanta estar de pie mientras toman vino o spritz!).
Jueves 17.11.05 Después de desayunar e ir andando a Ferrovia, cogemos un Intercity y en casi dos horas llegamos a la ciudad de Verona, conocida por todos por transcurrir allí la obra de Romeo y Julieta de Shakespeare.
Después de pasar por la oficina de información que está situada en la propia estación, vamos andando (la guía decía de coger un autobús, pero como nosotros somos masoquistas, pues vamos andando) tranquilamente hasta lo que muchos consideran el centro de Verona, la Piazza Brà, donde se encuentra el anfiteatro romano del siglo I. Su uso actual es mucho menos sangriento que hace unos siglos: se utiliza para conciertos y espectáculos de ópera. El anfiteatro de Verona es el tercer anfiteatro romano más grande que existe, ya que podía (¡Y puede!) acoger a 20.000 espectadores. Su interior está bastante bien preservado, a pesar de que un terremoto en el siglo XII destruyó la mayor parte de su muro exterior.
Antes de visitar el anfiteatro, decidimos sentarnos en una terraza de la Piazza Brà y comer algo, aprovechando el fantástico solecito que hacía. Y con la panza llena, entramos en el anfiteatro… ¡espectacular! Lamentablemente, de la parte exterior ya casi no queda nada en pie, y es una pena, porque lo poco que queda tiene muy buena pinta. Aquí tenéis a Lau, imaginándose en plena «actuación» de Gladiadores…
Al salir del anfiteatro, paseamos por una de las calles más comerciales de la ciudad y terminamos en la Piazza delle Erbe, donde miramos sorprendidos los preciosos frescos en la fachada de la Casa Mazzani, residencia de la familia Della Scala, el Palazzo Maffei de estilo barroco y la Torre del Gardello, del siglo XIV. Antes de seguir, volvemos un poco por nuestros pasos y llegamos a la Casa di Giulietta. Romeo y Julieta serán personajes de ficción, pero aquí uno puede entrar en la que se dice que podría haber sido la casa de Julieta, mirar hacia su balcón… ¡si hasta hay una estatua de bronce de Julieta! Se dice que quien quiera buena suerte a la hora de encontrar un amante, debe tocar su pecho derecho… (más que nada porque el izquierdo lo tiene cubierto por el brazo). El supuesto balcón de la casa de Julieta:
Volvemos a la Piazza delle Erbe y vamos en dirección a la Piazza dei Signori, pasando por debajo del famoso Arco Della Costa, en el que hay una costilla de ballena colgada. Dice la leyenda que caerá cuando pase la primera persona “justa”, y ahí sigue, aunque hayan pasado papas y reyes y demás personajes… ¡Hasta nosotros! ^_^. Al lado dejamos también la Torre dei Lamberte, del siglo XII y nos acercamos a la Logia del Consiglio, el antiguo edificio del ayuntamiento de fantástica arquitectura renacentista. Al lado, vemos el Palazzo degli Scaligeri, que fue una de las residencias principales de la familia Della Scala. Seguimos paseando y al final de la plaza encontramos el Arche Scaligere, las elaboradas tumbas de la más ilustre y violenta familia de Verona. Interesante, aunque estén ahí, en plena calle resulta un poco macabro, ¿no?
Seguimos nuestro recorrido y pasamos por delante de la Chiesa di Sant’ Anastasia, de estilo gótico y que se empezó a construir en 1290 (aunque no se completó hasta el siglo XV), para llegar al Duomo, o catedral. Algo cansados, nos sentamos en la plaza para admirar los diferentes estilos de esta catedral del siglo XII: románico en la zona inferior (lo que se nota claramente en el estilo alargado y poco natural de sus estatuas) y gótico en la superior. Después de observar bien la catedral, con sus estatuas en la fachada, cruzamos el río por el Ponte Petra para acercarnos al teatro romano, construido en el siglo I y que aun se sigue utilizando para dar cabida a conciertos y espectáculos varios. Con ganas de cerrar la guía y no estar tan pendientes del itinerario, vamos paseando paralelos al río en dirección sur, hasta que llegamos a la Porta Leoni, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad que actualmente está semienterrada y hecha trizas, la pobre, ^_^.
Tranquilamente, volvemos a la estación y cogemos un EuroStar a Venecia, concretamente el ATR 500, el más moderno y parecido al AVE español, pero encima, co-diseñado por Pininfarina!… ¡y qué agobio! Primero porque cambian la vía al menos dos veces, de manera que nosotros venga a ir de aquí para allá intentando cuadrar nuestro destino con lo que decían por megafonía y con lo que decía la pantalla de información. En fin, un cachondeo. Y más agobio al llegar a nuestros asientos: ¡uno de ellos está ocupado! Dos americanitos (de esos toca huevos, by the way) estaban sentados ahí y al decirles que ese era nuestro sitio va y simplemente nos dicen: es que nos los hemos cambiado por otra pareja. Vale, guapos, pero esa supuesta pareja ya no está y nosotros no queremos negociar (porque no estábamos juntos, sino cada uno a un lado del pasillo). No os creáis que los tíos se mueven mucho, no… pero suerte que viene un revisor y en perfecto italiano les dice que se muevan de ahí y que dejen a Lau sentarse en su sitio. ¡Olé! Bye bye americanitos, ^_^. La cosa es que si hubiésemos estado juntos, no nos habría importado cambiarnos, pero entre que no estábamos juntos y que los americanitos no parecían querer hacer nada, Lau se pilló un cabreo de narices y les obligó a que uno de ellos les cediera su asiento, ciao, bambino.
Cansadísimos de tanto andar (y el trote de toda la semana empieza a hacer mella), vamos al hotel a descansar. Un poquito más tarde, salimos a dar un paseo por el Ponte di Rialto y nos disponemos a tomarnos una deliciosa pizza en el local al que ya habíamos ido un par de días antes, sí, el de las pizzas al taglio enormes y muy curradas. Ahí la dependienta (Silvia, para más info), nos reconoce y empieza a hablar con nosotros: que de dónde venimos, que si Luis se parece a su profesor de español, moreno, con barba, sólo que alto en lugar de bajito, que si tal que si cual… en fin, unas risas. ¡Qué chica más simpática! Y como estamos de buen humor, decidimos sentarnos en nuestra terraza favorita y tomarnos un spritz, como hacen los auténticos venecianos (aunque nosotros al revés, en lugar de tomarlo como aperitivo, lo tomamos como digestivo…)
Viernes 18.11.05 Último día en Venecia, así que nos toca machacarnos por última vez. Por eso, decidimos hacer el “walking tour” del sestiere di Cannaregio (por el que hemos andado mucho, pero sin realmente prestar atención a los sitios por los que pasábamos). Y para empezar bien, decidimos visitar la “iglesia del barrio” (está justo detrás del hotel), la Chiesa di San Giovanni Grisostomo, que como todas las iglesias de Venecia es sencillamente sorprendente… incienso, velas y un cuadro muy interesante de Bellini, San Gerlamo e Due Santi.
Cruzamos el canalito que acaricia los muros de nuestro hotel y llegamos al Campo dei SS Apostoli, vemos su iglesia y seguimos paseando paralelos al Canale Grande por la Strada Nova. Un poco más adelante, giramos a la izquierda (como si quisiéramos ir al Canale Grande) y nos acercamos a la famosa Ca d’Oro, un edificio de arquitectura gótica y que fue construido en el siglo XV. Recibe el nombre (Casa de oro) por los destellos que originariamente decoraban la fachada. Volvemos a la calle principal para desviarnos otra vez (esta vez a la derecha) justo cuando nos encontramos con la estatua de bronce de Paolo Sapri, uno de los mejores filósofos de La Serenissima, para cruzar un par de puentecitos y llegar a la Chiesa di San Marziale, que resulta estar cerrada y bien cerrada… pffff…
Volvemos a nuestra ruta principal y nos encontramos con la Chiesa Della Madalena, el único edificio redondo de toda la ciudad. De estilo neoclasico, está en plena fase de rehabilitación, de manera que no podemos entrar. Eso sí, la plaza en la que se sitúa la iglesia está rodeada de casas antiguas, todas con grandes chimeneas… una preciosidad. Volvemos a salir de la calle principal para ver el Palazzo Vendramin-Calergi, un edificio de arquitectura renacentista en el que se encuentra el casino de la ciudad (y donde murió Wagner en 1883). Casi al lado (sólo cruzando un canal), está el Campo San Marcuola y la iglesia del mismo nombre. Desde fuera, parece cualquier cosa menos bonita, pero desde dentro, como siempre, es espectacular… Y hasta nos sorprende saber que hay un Tintoretto, concretamente el cuadro llamado “Ultima Cena”.
Dejamos el Canale Grande atrás y nos disponemos a visitar el centro de la comunidad judía de Venecia, llamado “el ghetto”, una pequeña isla rodeada de canales y con tan sólo 3 puentes, geografía perfecta para “aparcar” y “encerrar” a los judíos ahí en el pasado. Entramos al Campo di Ghetto Nuovo por el pórtico de la Calle Farnese, una de las puertas que solían bloquearse por la noche y que es donde se encuentra actualmente el Museo Ebraico. Nos sentamos un rato en esta tranquila plaza, para observar todos los edificios que una vez fueron única y exclusivamente de los judíos, así como para observar las tres de las cinco sinagogas que se encuentran aquí (que haya cinco sinagogas es prueba del gran número de judíos que vivieron aquí): el Banco Rosso (que prestaba dinero a los judíos), la Casa Israelitica di Reposo (que funcionaba de hospital, hoy flanqueada por soldados) y las tres sinagogas, la Schola Tedesca, la Schola Canton y la Schola Italiana. El Ghetto Nuovo:
En esa plaza hay un pequeño memorial a los judíos venecianos que murieron en los campos de concentración nazis. Aunque es sencillo y simple, cuesta contener las lágrimas al pensar en la barbarie del ser humano. Cruzamos otro de los tres puentes que conectan esta pequeña islita interior con el resto de Venecia y paseamos por la Calle del Ghetto Vecchio (que, curiosamente, aunque se llame “viejo”, fue cedida para que la habitarán los judíos después de que se viera que en el Ghetto Nuovo no había espacio suficiente para todos, para encontrarnos dos sinagogas más: la Schola Spagnola (con una placa que conmemora las víctimas del holocausto) y la Schola Levantina, ambas construidas por los judíos de la península ibérica. Mientras que la Schola Levantina se utiliza actualmente en invierno para las plegarias (tiene calefacción, ésa es la razón, ^_^), la Schola Spagnola es utilizada en verano, por ser más fresca.
Llegamos al Canale di Cannaregio y decidimos dar un paseo por la Fundamenta, que es simplemente preciosa, para observar el Palazzo Surian (edificio del siglo XVII y antigua sede de la embajada francesa durante el último siglo de la República, donde Rousseau consiguió hacerse con el puesto de secretario del embajador), la Chiesa di San Giobbe, el Macello Comunale (actualmente utilizado por la Università Ca’ Foscari), la Chiesa di Santa Maria delle Penitenti… Todo para llegar al final de la Fondamenta, que se termina así, a lo bestia y desde donde puedes ver el único puente que conecta Venecia con tierra firme. Para muestra, un botón:
Como estamos locos y queremos pasear un poco más, decidimos callejear por las calles más al norte del barrio, metiéndonos de lleno en un vecindario de clase media, donde nos encontramos un par de iglesias (Chiesa delle Capuccine y Chiesa di San Girolamo), para llegar al Campo Sant’ Alvise y admirar su Chiesa di Sant’ Alvise, construida en 1388. Pero lo mejor llega en el Campo della Madonna dell’ Orto, donde nos sorprende la Chiesa della Madonna dell’ Orto, una iglesia de elementos románicos en una estructura básicamente gótica del siglo XIV, con cinco estatuas en la cima (que fueron añadidas en el siglo XVIII).Una fachada simplemente impresionante… maravillosa.
Casi enfrente de esta iglesia está el Palazzo Mastelli, también conocido como el Palazzo del Camello, por la existencia de la estatua de una camello en su fachada. Cruzamos el canal y nos metemos por la Corte dei Mori (literalmente, “de los moros”), que tiene ese nombre por el gran número de estatuas que adornan las diferentes fachadas del Palazzo y que muestran a la familia Mastelli, mercaderes del siglo XII provenientes de Morea, una de las posesiones griegas más importantes de La Serenissima. En fin, que nos metemos por esta calle para ver donde vivió Tintoretto, en la casa (algo destartalada) número 3399. Volvemos a nuestra ruta principal para encontrarnos el Palazzo Contarini del Zafio y el muelle de madera de su lado, desde donde se adivinan vistas de las cercanas islas de San Michele y Murano.
Decididos a sentarnos en algún sitio y tomarnos un buen spritz, nos encontramos con el antiguo edificio de una de las cofradías más importantes de la ciudad: la Scuola Vecchia della Misericordia, que después se trasladaría a un nuevo edificio diseñado por Sansovino en 1530, la Scuola Nuova della Misericordia. Desde ahí, cogemos uno de los paseos más bonitos que hay en todo Cannaregio, la Fundamenta Della Misericordia y nos sentamos en una terraza de un wine bar a tomarnos un buen spritz, descansar y tomar un poco el sol. ¿A qué es chulo?
Repasando la guía en busca de buenos restaurantes, acabamos en el cercano Anice Stellato, descrito como “cocina veneciana inventiva”. De primero, compartimos un plato de cicheti, las típicas “tapas venecianas” que son básicamente trocitos de sardina cocinada y presentada de diferentes maneras… ¡deliciosooooo! De segundo, Luis se pidió un carpaccio de ternera con rúcula y queso gorgonzola, y Lau espalda de cordero asado envuelta de pasta de pistachos y decorada con patatas. De postre, Luis eligió una inventiva mousse de chocolate (que llevaba una capa crujiente de yema de huevo entre el chocolate y la capa más exterior de nata) y Lau helado de zabayonne, una crema típica que generalmente se toma caliente, hecha con yemas de huevo, pero que aquí servían helada. Todo regado con un buen prosseco, el vino blanco espumoso (tomamos la versión extra seca, que parece y hueve a cava, pero sabe a vino… ¡espectacular) más apreciado de la región de Venecia. En fin, que disfrutamos como unos tontos… J
De vuelta al hotel, paramos en un supermercado a comprar cositas para nosotros: que si aperol, que si prosecco, que si crema de limoncello, que si rosquillas buranesas, que si pasta… Ver post anterior para más informaciónJ. Ya descansados, cogemos el trípode y volvemos a la Piazza San Marco para hacer algunas fotos artísticas más y despedirnos de la zona, que hoy es nuestra última noche en la ciudad. Paseamos tranquilamente por las callejuelas del barrio y llegamos al Ponte di Rialto, donde hacemos más fotos con el trípode (y donde dejamos flipado a un francés con la cámara de Luis, ¡cómo se interesaba el tío para ver las fotos! Qué risas…). Después de un buen rato haciendo fotos, nos acercamos a nuestro campo preferido a tomarnos un spritz, sentados tranquilamente en la terraza, y finalmente vamos por última vez a nuestro sitio de pizzas al taglio preferido, sí, sí, el de Silvia, ^_^. Y ahí Silvia y el cocinero nos reciben con una sonrisa, como siempre, y venga a hablar… qué gracia la Silvia: que si Luis es igual que su profe de español pero en alto, que si Lau se parece mucho a su esteticista, que si Silvia quiere pasar Nochevieja (su cumple) en Madrid porque hay mucha fiesta… en fin, unas risas. Silvia sabía que era nuestro último día en Venecia, así que cuando le pedimos que nos cobre, a pesar de que Lau se ha tomado un taglio y Luis dos (¡comilón!), nos cobra simplemente 6€. Le decimos que se equivoca y nos dice con una sonrisa “ssshttt! El dinero”, jejejee, o sea, que nos cobró de menos… pero aposta. Qué maja. Tanto ella como el cocinero, que hablaba menos pero también se despidió de nosotros muy amigablemente… mooooooola.
De vuelta al hotel, paramos por una famosa tienda de la ciudad, llamada Giacomo Rizzo, que llevan haciendo pasta desde 1905 en el mismo lugar. Ahí, vemos pasta de todo tipo: desde las más “normales” hasta las más “inventivas” que curiosamente son ya una tradición en la ciudad. Es ahí, donde compramos la pasta negra y azul, hecha con tinta de sepia y curaçao blue. ¡Ñam!
Sábado 19.11.05 Después de desayunar y de “despedirnos” (nótense las comillas) de nuestro amigo chino en el hotel (vamos, que nos sacó la cuenta a pagar, sin dirigirnos una palabra, simplemente señalando con el dedo el importe total), ^_^, cogemos un vaporetto y nos vamos a la Piazzale Roma, desde donde sale el autocar al aeropuerto Marco Polo. Nos despedimos de Venecia… ha sido una muy buena semana, muy bien aprovechada (es lo que tiene matarse a hacer todos los walking tours… sumando vete tú a saber cuántos kilómetros hemos hecho!) en una ciudad que simplemente nos ha parecido maravillosa, con un encanto verdaderamente especial. Si tenéis la oportunidad, no dejéis de visitarla. Merece, y mucho, la pena.
Aaaaaay, qué rabia da esto de tener que poner sólo unas cuantas fotitos… ¡con la de fotos chulas y preciosas que tenemos de Venecia! En fin, espero que Luis haga un especial en su blog, para que veais los paisajes que vimos… precioso.
Aaaaaay, qué rabia da esto de tener que poner sólo unas cuantas fotitos… ¡con la de fotos chulas y preciosas que tenemos de Venecia! En fin, espero que Luis haga un especial en su blog, para que veais los paisajes que vimos… precioso.
Lau