Martes 7 de agosto de 2012
Felices después de haber visto el Kanto Matsuri el día anterior, cogemos nuestros bártulos, nos vamos hasta la estación y cogemos otro shinkansen (Luis está feliz :D) hasta Sendai donde se celebra otro de los tres grandes festivales de Tohoku: El Tanabata Matsuri, característico por sus enormes banderolas (no sé cómo llamarlas, así que las llamaremos así :D) de tiras de papel de colores vivos y brillantes que caen hasta el suelo.
Y nada más llegar a la estación de Sendai, ¡el tanabata nos rodea! Maravilloso. Allí un grupo de estudiantes de secundaria, con algún abuelo retirado que quiere practicar idiomas y que sabía algo de español, nos dan información sobre el festival y la ciudad y ya con todo ello nos vamos hacia el hotel.
La salida de la estación central de Sendai es curiosa, porque está a un nivel superior al de la calle y de hecho hay bastantes pasarelas y escaleras/ascensores para bajar a la calle, pero ya por fuera de la estación. Y muchos edificios tienen entradas que dan tanto a la calle como a este nivel superior.
Llegamos al hotel y como siempre, no podemos subir a la habitación todavía porque no son las 15h, así que dejamos los bártulos, comprobamos que llegaron nuestras maletas desde Kitakami por takyubin y nos vamos a dar una vuelta por el centro de la ciudad y nos metemos por la calle Chuo, que junto con la calle Ichibancho, es una de las calles principales del Tanabata Matsuri y sinceramente, ¡es espectacular!
Las banderolas del Tanabata Matsuri miden entre 3 y 5 metros y están realizadas a mano con papel japonés washi por los comercios de la ciudad, escuelas, asociaciones… Luego se cuelgan de un mástil de bambú por las calles principales de la ciudad.
Como hay hambre, decidimos entrar en uno de los restaurantes más conocidos de lengua de ternera, la especialidad de Sendai. Hacemos cola, obviamente, pero la cosa va más o menos rápido y en poco rato estamos sentados y listos para degustar nuestros platos de lengua, ^^
Al salir, seguimos paseando por la calle Chuo hasta llegar a la calle Ichibancho para ver las banderolas que había colgadas ahí, de todos los tamaños, colores y diseños posibles.
Actualmente el tanabata se celebra en gran parte de Japón el 7 de julio, pero en Sendai (y en muchas zonas del norte) se celebra el 7 de agosto de acuerdo con el calendario lunar (que era el que se utilizaba antes de la Restauración de Meiji).
Además de las preciosas banderolas, en Sendai podemos ver los llamados «Siete Adornos» que simbolizan plegarias para el progreso en los estudios y/o una buena caligrafía (con tiras de papel), el bienestar de toda la familia (con un kimono hecho de papel), la salud y la longevidad (con grullas de papel), el éxito en los negocios (con bolsos y monederos hechos de papel), una buena pesca (con redes de papel) y una buena cosecha (con cestas hechas de papel).
La tradición del tanabata en Sendai tiene más de 400 años, aunque su esplendor no se originó hasta 1928, año de la Exposición Industrial de Tohoku. Si bien el Tanabata Matsuri se suspendió durante la Segunda Guerra Mundial, pronto se reestableció y es hoy en día uno de los festivales más importantes y turísticos de todo Japón.
Fue allí, en la calle Ichibancho donde disfrutamos de un rico kakigori, o granizado/helado de hielo típico japonés que nos preparó una simpática abuela.
Por la tarde, después de pasar por el hotel a descansar un rato (y dejar que Eric se echara la siesta en la cama, que ya le tocaba, al pobre) fuimos hacia la plaza Shimin Hiroba, sitio establecido como el centro del festival, donde además de decenas de puestos de comida, había espectáculos musicales y muchísima gente escribiendo sus deseos de tanabata.
Seguimos paseando por la calle Juzenji-dori que estaba repleta de tiras de papel llenas de deseos de tanabata. Nosotros también nos animamos y escribimos los nuestros.

Deseos de tanabata.
Y llegamos hasta la Mediateca de Sendai, un edificio obra de Toyo Ito donde podemos encontrar una biblioteca, una galería de arte, una galería audiovisual, un estudio de grabación y un café con una arquitectura singular.
Al salir, decidimos sentarnos un rato en una de las cadenas de hamburgueserías más conocidas de todo Japón, Mos Burger, y cenar y descansar ahí de tanta caminata. Y como las hamburguesas japonesas son de tamaño japonés, es decir, pequeñitas, Luis y yo nos comemos 2 para sentirnos un poco saciados.
Y con la panza llena, volvimos por la calle Juzenji hasta la calle Ichibancho y desde allí por la calle Chuo hasta el hotel. Un dato curioso: las banderolas se recogen por la noche (no todas, pero es bastante frecuente). Hay diferentes maneras: en la más organizada, se recogen las tiras de papel por un lado y la cabeza superior por otro y se meten en bolsas de plástico, para resguardarlas de la lluvia (como por ejemplo esa noche, que amenazaba con caer fuerte); a veces se dejan colgadas, a veces se retiran. En otras ocasiones simplemente se retiran las tiras de papel hacia un lado, para que la gente pueda pasar y no haya ‘incidentes’.
Al llegar al hotel, nos dimos un baño, descansamos un ratito y a dormir, que al día siguiente nos íbamos a Matsushima.
Un beso,
Lau (y Luis y Eric)
Pd. Como siempre, tenéis todas mis fotos aquí.
Alucinante que todas las banderolas, cestas, monederos, grullas estén hechas de papel. La maestría del origami y su colorido tan atrayente invita a visitar todos esos lugares de ensueño y me retrotrae a aquellos recuerdos vividos en Japón donde pasé los mejores años de mi vida. ¡Qué ganas de volver!