El día 1 de agosto fue el día en que llegamos a Japón. Pero también fue el día en que me llamaron desde el trabajo y me dijeron que mi puesto de trabajo desaparecía, y por lo tanto mi contrato laboral se extinguiría, el 31 de diciembre de 2012. Así, a palo seco. No voy a mentiros. Me lo esperaba. Hombre, no me esperaba que me llamaran precisamente el día que empezaba mis vacaciones en Japón, pero ya en febrero yo decía, en plan maya totala, que no acabaríamos el año. Y no lo acabamos. A algunos de mis compañeros les finaliza el contrato un mes y algo antes, a otros les mantienen en proyectos internacionales pero con futuro incierto (es todo muy confuso ahora mismo) y a mí me ofrencen… *redoble de tambores*… irme a Toronto, Canadá.

Sí, habéis leído bien. Toronto.

Básicamente me consideran un muy buen asset para la empresa (sus palabras, no las mías) y me ofrecen la oportunidad de irme a Toronto a hacer lo que estoy haciendo ahora junto con cosas nuevas/nuevos proyectos. ¿Tela, no?

Skyline de Toronto, de nuestra visita en noviembre de 2007

La cosa es que tomar una decisión no es nada sencillo. Por que sí, es Toronto, una ciudad que nos encanta, pero hay muchas cosas a tener en cuenta. Por un lado, la oferta económica tiene que ser lo suficientemente buena para que podamos vivir, con mi sueldo, entre 6-8 meses, que es lo que estimo que puede tardar Luis en encontrar trabajo. Porque claro, él tiene que dejar su trabajo. Ya tenemos la oferta de relocation, que no está nada mal, pero todavía tengo pendiente la oferta salarial. Pero ya no es sólo eso, no es sólo el aspecto económico. Es… mis sentimientos. Mis dudas. Me explico.

Hace 4 años me sale esta oportunidad y me voy sin dudarlo. Hoy, mi «yo madre» me hace dudar más que nunca. No por Eric en sí, porque creo que la experiencia sería genial y a él le iría muy bien (aunque también le alejamos más de la poca familia que tiene), sino por mí misma. Hace tres años decidí que mi carrera profesional pasaba a un segundo plano. No la abandonaba, sólo que dejaba de ser lo más importante. Una personita se coló en mis prioridades y con el paso del tiempo se ha afianzado en el puesto número uno.

Con fuerza.

No quiero irme a Toronto y tener que estar más horas de las necesarias trabajando y menos horas de las deseadas con Eric. Y sé que es lógico que lo tenga que hacer si me voy, especialmente si la empresa hace una apuesta en mí y yo apuesto por ello también. Es lógico y sé que probablemente luego merezca la pena, cuando una vez asentada en el nuevo equipo pueda disfrutar de la experiencia y demás pero… eso me hace dudar porque… ¿qué opciones tengo en España? ¿Cuál es mi futuro aquí? ¿Conseguiré encontrar un trabajo aquí que me permita algo de flexibilidad o es una opción que ni siquiera debería plantearme? ¿Es un error pensar seriamente en no aceptar la oferta canadiense? ¿Es un error aceptar la oferta canadiense aunque ello conlleve un esfuerzo, especialmente los primeros meses, en mi vida familiar?

Todo son dudas.

Y no, no os estoy pidiendo consejo. Porque no me lo podéis dar, ya que son preguntas y dudas que sólo Luis y yo podemos contestar. Me podéis decir A o B y de hecho muchos me habéis dado vuestra opinión, pero la decisión es sólo mía y de Luis y sólo nosotros podemos decantarnos por irnos a Canadá o quedarnos (conmigo en el paro ^^). Simplemente escribor para quitármelo de la cabeza un rato. Para ver si escribiendo tengo menos dudas. Para conseguir tomar una decisión con la que me sienta convencida.

Esta semana estoy recopilando datos y en cuanto tenga toda la información supongo que será cuestión de abrir una botella de vino y analizarlo bien. Y decidir.

E intentar decidir lo correcto.

Un beso,

Lau