Ya van dos veces… ¡dos!

¡DOS!
Tendrán cara.

¿Que de qué hablo? De spam telefónico, of course, y de cómo te cuelgan y te dejan con la palabra en la boca cuando les cantas las cuarenta. Una vergüenza.
Hace unas semanas me llamaron de Orange. Cabreada de que siempre me llamen los mismos, saqué el tema de la Ley de Protección de Datos, que conozco bien por mi trabajo. Fue sacar el tema y la señora Mónica me colgó el teléfono. Me dejó con la palabra en la boca y me colgó.
Hoy han sido los de Jazztel. Siempre llaman primero con un contestador automático y si no cuelgas, te pasan con un teleoperador. He dejado que me pasaran para decirle al Sr. Leonardo que dejaran de llamarme y mientras estaba diciendo «es que no me interesa», yo tan educada… ¡va y también me cuelga!
¿Pero qué se han pensado?
¿Qué clase de telemarketing es éste? ¿A la mínima los teleoperadores te cuelgan? Entiendo que probablemente tienen una situación laboral precaria, pero EXIJO un mínimo de educación porque me están llamando A MI CASA o A MÍ personalmente, y lo exijo sobre todo porque yo les estoy tratando con el máximo respeto y educación, aunque sea directa y segura en mis palabras (una cosa no quita la otra).
¿Creen realmente que con esta atención algún día voy a pasarme a Orange o Jazztel?
Lo llevan claro.
Vergüenza les tendría que dar. No sé cuál es el objetivo de estas campañas de telemarketing. ¿Hacerme enfadar por sentirme totalmente pisoteada e ignorada (¡que me dejan con la palabra en la boca, coño!) y pensar que nunca jamás voy a utilizar los servicios de estas empresas, ni aunque los necesite para vivir? ¿No se dan cuenta de que los agentes de telemarketing son las personas que mandan el mensaje de la empresa, que pueden marcar la diferencia?
Desde luego yo no quiero tener nada que ver con empresas que me muestran su MALA EDUCACIÓN colgándome el teléfono y dejándome en la palabra en la boca, especialmente cuando yo soy educada en mis palabras. Y sí, hablo de estas empresas y no de los teleoperadores porque es la empresa la responsable de cómo se está prestando el servicio y de la calidad del mismo.
Y hablo de Orange y Jazztel porque son los que me han tratado así. Cuando tenga más casos (no pongo el condicional «si», porque sé que pasará), volveré a hablar del tema.
Mientras tanto, me repito. Es una vergüenza que te traten como a un gilipollas y que te cuelguen el teléfono a mitad de frase. La mala educación sí tiene precio: pierdes clientes potenciales.
Laura