¡Sigue la crónica de nuestras aventuras por tierras estadounidenses! Jejejejejejeje…. Ahí va la segunda parte, ¡esperamos que la disfrutéis! ^_^

Viernes 31 de marzo
Después de desayunar en un café de Times Square, cogemos las maletas, hacemos el check-out y nos vamos a la estación de autobuses. Allí, pasamos el control de seguridad (esta gente está obsesionada, porque el control no es tan exhaustivo, pero hasta aquí te hacen un control!) y con unos 15 minutos de retraso, nuestro autocar de la Greyhound, medio vacío, empieza su camino hacia Washington DC. Interesante comentar el cartel que había en la estación, recomendando a todos los pasajeros que utilizaran etiquetas identificativas en las maletas porque si no la ley no les permite a los de la Greyhound abrir la maleta para inspeccionarla, ¡toma ya! En fin… el viaje es interesante, son las diez de la mañana así que podemos ver bien las vistas, la masa de industrias que hay a las afueras de New Jersey, los ríos enormes y bosques… Aquí tenéis a Luis con el bus molón de la Greyhound:

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A medio camino paramos en una área de servicio porque hay un problema con el sistema de aire acondicionado y el conductor necesita parar el trasto y encenderlo otra vez para ver si puede arrancarlo bien esta vez. La parada nos viene bien, sinceramente, ya que salir aunque sea 10 minutos al baño y estirar las piernas te ayuda a hacer el viaje más corto. Pero el sistema de refrigeración sigue sin funcionar… A las 14h vemos que entramos en Baltimore y vamos directos a la terminal de buses de la Greyhound en la ciudad para ver si podemos cambiar de autocar, aunque realmente nos quedan sólo unos 40 minutos de trayecto. Después de unos minutos, nos dicen que no es posible cambiar así que en un semáforo al conductor se le enciende la bombilla y abre una de las trampillas de ventilación del techo, animando a algún chico alto de la parte trasera a que abra la otra y… ¡clamor popular! Lo que hace sudar como pollos todos juntos, respirar y compartir el poco aire que tenemos, risas, alegría, jolgorio… Como corre un poco de aire, la cosa se hace más llevadera y en poco rato llegamos a Washington DC.

Al llegar a DC, vamos a coger un taxi, pero no lo tenemos muy claro, porque después de que en NY sean todos amarillitos, aquí cada uno es de su padre y de su madre, y no estamos seguros de cuál será legal y cuál no. Finalmente cogemos uno cualquiera, ya que el taxista parecía majo… ¡pero vaya taxista! Muy cachondo el tío, nos cuenta chistes, se sulfura con la nueva ley de inmigración que quieren implantar los políticos, nos explica cosas de la ciudad, en fin, es todo un elemento y lo pasamos estupendamente. En unos minutos, llegamos al hotel que no tiene taaaaaan mala pinta como nos hacían suponer algunos comentarios en Internet, ¡menos mal! Eso sí, subir las maletas hasta la cuarta planta (el ascensor es decorativo, ^_^) es una putada. Es tardecito, así que entramos en un burger cercano a comer y después paseamos tranquilamente por la ciudad, para empezar a hacernos a ella.

Llegamos rápidamente a uno de los edificios más conocidos del mundo, la Casa Blanca. Como consecuencia de los atentados del 11-S, actualmente es imposible visitar la Casa Blanca, así que lo máximo que puedes hacer es verla desde fuera (y suspirar diciendo, “pues no es tan grande”, esta vez la frase solía correr a cargo de Luis :P), intentar mirar a ver si ves a alguien por las ventanas (“Luis, prueba con tu objetivo nuevo, jejejeje”) y ver a la gente que todos los días se manifiesta delante de la misma (algunos hasta duermen ahí). Como hemos dicho, parece pequeña, pero la verdad es que esta famosa mansión tiene 132 habitaciones (¡casi nada!) y es interesante contaros que en su origen el “Palacio Presidencial” (así es como se llamaba antes) no era blanco… ¡no! ^_^ No fue hasta que los británicos quemaron el edificio en la guerra de 1812, cuando se restauró y pintó; y por ello fue Roosevelt quien oficialmente le dio el nombre de “White House”. En fin… damos la vuelta para verla por detrás y ver así el jardín trasero conocido como Ellipse, al que si se puede entrar haciendo unas gestiones previas. Fotito de la casa más conocida del mundo:

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Desde ahí estamos al ladito del grandioso parque llamado National Mall con el Washington Monument en el centro (el obelisco este tan conocido con el que juguetean los marcianos en “Mars Attack”). Como hace un día espléndido y quizá mañana llueva (según las predicciones que hemos visto por la tele), decidimos ir al Tidal Basin, alrededor del cual están plantados un montón de cerezos (la mayoría son del tipo Yoshino –de flor blanca– y Akebono– de flor rosadita–) que fueron donados por el gobierno japonés en 1912. Desde entonces, a finales de marzo se celebra todos los años el “National Cherry Blossom Festival” (Festival nacional de los cerezos en flor), que atrae a más de 100.000 turistas, entre ellos nosotros. Y es que hemos tenido mucha suerte, porque llegamos justo durante el festival y los cerezos están en su máximo esplendor, las flores están estupendas y absolutamente todo Washington DC está ahí, paseando, descansando, tomando algo y haciendo fotos… ¡Nosotros también! Es tan bonito que nos dejamos llevar por la emoción y acabamos dando la vuelta al Tidal Basin, ¡la vuelta entera! Por ello, tenemos la ocasión de ver el Thomas Jefferson Memorial, que honra al tercer presidente de los EEUU, un hombre de tendencias políticas muy filosóficas que fue uno de los escritores del borrador de la Declaración de Independencia y fundador de la Universidad de Virginia. Este memorial, que muchos llaman por su forma redondeada “la magdalena Jefferson”, tiene en su interior extractos de los escritos de Jefferson. Aquí nos tenéis en pleno Tidal Basin, rodeados de cerezos en flor:

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También gracias a nuestro paseo por el Tidal Basin, vemos el Franklin Delano Roosevelt Memorial. Es importante recalcar que FDR no quería un memorial grandioso como éste; de hecho, durante su presidencia dejó bien claro que si alguna vez le hacían un memorial, quería que fueras una pequeña piedra del tamaño de la mesa que utilizaba, y que llevara simplemente la inscripción “In memory of Franklin Delano Roosevelt”, y que estuviera situada en un pequeño jardincito que hay en el edificio de los Archivos Nacionales. Y aunque su deseo se hizo realidad, en 1997 se inauguró este segundo (y mucho más majestuoso) memorial, ya que muchos creían que una “simple piedra” no era suficiente. Este memorial está compuesto de cuatro partes, que narran a partir de inscripciones en la piedra, sus cuatro mandatos como presidente, salpicado de pequeñas cascadas y alguna que otra escultura en bronce. No es tan sólo un memorial, es una explicación de la historia del 32º presidente de los EEUU. Además, tenemos la suerte de verlo cuando empieza a caer el sol y la iluminación del mismo comienza a hacerse más visible, ¡precioso! Y para que lo veáis, una foto, ale:

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Seguidamente, aunque el sol ya ha caído hace rato, decidimos seguir paseando por el National Mall e ir en dirección al monumental Lincoln Memorial, otro majestuoso memorial (finalizado en 1922) dedicado al autor de la Proclamación de Emancipación. Sin embargo, éste monumento se ha convertido, además, en un símbolo del movimiento para los derechos civiles, sobre todo gracias al famosísimo discurso “I have a dream” de Martin Luther King Jr en 1963. Diseñado por Henry Bacon para parecerse a un templo dórico (¡la brasa que me dio Luis durante todo el viaje diciendo “mira, esto son columnas dóricas”, “éstas son jónicas”, “éstas son corintias”! Jajajaja), el memorial cuenta con 36 columnas que simbolizan los 36 estados de la Unión en tiempo de Lincoln. Más impresionante si cabe es la inmensa escultura de Lincoln, sentado y majestuoso (obra de Daniel French), que se encuentra en su interior. Ahí, un fotógrafo saluda a Luis como “fellow canoner” que es y empiezan a hablar, el chico, que resulta que es profesional y tiene una cámara todavía mejor que la de Luis le comenta que si ha probado alguna vez un ojo de pez (un objetivo que tiene un ángulo de visión de 180 grados y que hace que las líneas rectas queden deformadas), y claro, Luis que no lo ha probado, se le cae la baba, pero más todavía cuando el fotógrafo le dice que si quiere probarlo! Así que Luis, más contento que un niño con zapatos nuevos, hace un par de fotitos con dicho objetivo… En fin… Cosa de fotógrafos y de estadounidenses, que una vez más, entablan conversación con una facilidad brutal… Es genial. Aquí tenéis a Lincoln, majestuoso:

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Salimos del Lincoln Memorial y vamos paralelamente a la reflecting pool –un pequeño estanque alargado que refleja tanto el memorial a Lincoln como el monumento a Washington– hasta llegar al grandioso National World War II Memorial (memorial nacional de la Segunda Guerra Mundial), un memorial muy nuevo (fue inaugurado en el Memorial Day de 2004) para honrar a los 16 millones de soldados que sirvieron durante la 2º GM, a todos los soldados caídos en esa guerra y a los millones de estadounidenses que apoyaron la guerra desde sus casas. El memorial tiene su eje central en la llamada Rainbow Pool (piscina de arco iris), que está flanqueada por dos grandes arcos (el del Atlántico y el del Pacífico), que simbolizan la victoria en ambos frentes. Además, a su alrededor hay 56 pilares de granito (uno par cada estado y territorio, además del Distrito de Columbia) cada uno con una corona de flores en bronce. Para conmemorar a los 400.000 estadounidenses que perdieron la vida en esta guerra, se alzó el Freedom Wall (muro de la libertad) donde brillan 4.000 estrellas doradas (símbolo que lucen las madres que han perdido a sus hijos en la guerra). El memorial quiere claramente enfatizar la unidad sin precedentes de la nación durante la guerra, para inspirar así más nacionalismo en las generaciones venideras, que sobre todo con todo el tema de Irak no están tan unidos como antaño.

Ya es tarde y estamos cansados de tanto andar, así que subimos por la calle 17 (que pasa al lado de la Casa Blanca) y vemos una recepción de lujo lujazo con gente vestida de noche (otros vestidos con trajes típicos de varios países africanos) y con joyas y peinados de lo más elegantes en el edificio de las Daughters of the American Revolution, una organización de mujeres voluntarias dedicada a la promoción del patriotismo y a la preservación de la historia americana.

Al lado, vemos el magnífico edificio que sirve de Museo de la Cruz Roja (como no, de estilo neoclásico) y a unos cuantos metros, el Old Executive Office Building, nombrado por Truman como “la mayor monstruosidad de América” o por Hoover como “una orgía arquitectónica”. Fueron tantas las críticas a su diseño, que el arquitecto se suicidó dos años después de su finalización… ¡Pobre hombre!

En Lafayette Square, nos paramos un rato para ver la Casa Blanca de noche y hacer alguna otra foto, ^_^. De camino al hotel, nos compramos unos wraps y unas bebidas y ale, ¡a descansar! Y es que el centro de Washington cierra sus puertas muy temprano… hemos visto en un horario de un Starbucks que los de la zona cierran a las 19h!!!! Increíble…

Sábado 1 de abril
Después de desayunar bagels, donuts, café y zumito en el hotel (sí, gratis, ^_^) y hablar con una pareja australiana que de casualidad vino en el mismo autocar que nosotros y también se hospedan en el mismo hotel, salimos y vamos andando tranquilamente al National Mall, pero hoy queremos ir hacia el otro extremo, donde está el Capitolio, el edificio que se ha convertido en el centro político del gobierno estadounidense (y también centro geográfico de la ciudad, ^_^). El edificio es monumental y la vista de todo el Mall, con el Washington Monument en el centro (la Casa Blanca a un lado y el Tidal Basin al otro) y el Lincoln Memorial al final del todo es espectacular, ^_^. La decisión de emplazarlo ahí fue tomada en 1791 y en 1793 George Washington puso la primera piedra para su construcción. Sin embargo, en 1814 los británicos quemaron el edificio (básicamente es que no dejaron nada en pie en Washington jejeje), así que no fue hasta 1855 cuando se alzó la actual cúpula, se añadieron las alas para la Cámara y el Senado y finalmente, en 1863, se irguió la escultura Freedom (libertad) en la cima del edificio. Actualmente, cuando hay sesión en la Cámara de Representantes (ala sur) o en el Senado (ala norte) se iza una bandera encima del ala en cuestión… Aquí tenéis una foto del famoso Capitolio:

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Como entre unas cosas y otras ya son las diez de la mañana, queremos ir directamente a uno de los museos de la Institución Smithsonian. Esta institución, una de las atracciones más importantes de DC, tiene 14 museos y un parque zoológico, además de una colección artística, científica y demás demasiado grande para ponerla toda en exposición. Debe su existencia a una herencia de 1826 de un químico británico que nunca estuvo en los EEUU, pero que por algún motivo desconocido escribió en su testamento que si su heredero moría sin tener hijos, todo su dinero sería destinado a los EEUU para que se fundara una institución que llevara su nombre, “para mejorar y difundir el conocimiento entre los hombres”. Naturalmente, no fue fácil aceptar dicho “regalo”, hubo muchas críticas, mucha gente en contra, etc., pero finalmente en 1846, el Congreso decidió aceptar la oferta y utilizarla para construir un museo y un centro de investigación, semilla de lo que hoy en día es la Institución.

El museo que elegimos para hoy es uno de los más espectaculares que hay, el National Air and Space Museum (museo del aire y del espacio), frecuentemente mencionado en Star Trek :D, donde vemos y aprendemos una barbaridad de cosas y Luis disfruta como un auténtico niño pequeño. Empezamos por el ala de viaje espacial, donde vemos las cápsulas de la Gemini, de la Mercurio, el módulo Eagle con el que se alunizó por vez primera, el módulo de mando del Apolo 11 acoplado con la soviética Soyuz, el Skylab, el Hubble (un modelo de prueba a escala real que se utilizó antes de lanzar el que ahora está en órbita), una V2 alemana (bomba volante), que en realidad es un conjunto de piezas de varias V2 sueltas que los ingenieros y científicos del Smithsonian cogieron para replicar una V2 completa y hacer pruebas de vuelo, de ahí que esté pintada a franjas blancas y negras, para poder ver mejor la trayectoria que seguía, ya que las V2 originales solían ir pintadas de camuflaje, cruzamos por el interior del cockpit de un DC-7, diferentes trajes espaciales estadounidenses y soviéticos, un especial explicativo sobre el Apolo y la expedición lunar, otro sobre cómo es posible volar, prototipos de aviones supersónicos… y podríamos seguir y seguir y seguir y seguir y seguir. Además, vamos a ver una película en 3D en el IMAX que hay dentro del museo, titulada “Maginificent Desolation”, narrada por Tom Hanks y que explica la llegada a la luna. Echamos un vistazo rápido al otro ala del museo (aviación civil), para ver el Flyer de los hermanos Wright o el Spirit of Saint Louis de Lindbergh y decidimos volver al día siguiente para verlo con calma, ya que tenemos billete para coger el bus que conecta este museo con el segundo museo del National Air and Space, el Steven F Udvar-Hazy Center, situado al lado del aeropuerto internacional de Washington, en Dulles, y que se abrió en 2003 gracias a la generosa contribución del hombre que dio nombre al museo (ni más ni menos que 66 millones de dólares!). Aquí tenéis una de las miiiiiiiiil fotos que tenemos del primer museo del Air & Space. ¿Sabéis qué es?:

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Una hora después, llegamos al museo, comemos algo y ale, a ver más aviones antiguos, modernos, espaciales, comerciales, militares y demás en un museo que es un antiguo hangar enoooorme con una torre de control real reconvertida en un pequeño centro explicativo de cómo funciona un aeropuerto (te explican desde las señales del aeropuerto hasta el trabajo de los controladores) y además puedes ver desde muy cerca cómo aterrizan los aviones en el aeropuerto. Muy interesante. Y otra anécdota de esa facilidad increíble que tienen los estadounidenses para entablar conversación, tanto en la cola del ascensor para subir a la torre, como dentro del mismo ascensor, nos han empezado a hablar, sobre todo por la cámara y el nuevo objetivo de Luis, que naturalmente llaman mucho la atención. Más cosas, éste museo está todavía mejor montado que el otro, con pasarelas a diferentes niveles por todo el hangar que te dan la posibilidad de ver un mismo avión desde diferentes perspectivas, etc. Entre las “joyas” está el Enterprise, la lanzadera espacial de prueba que fue la precursora de las Columbia, Discovery, Endeavour, etc., el Enola Gay (que lanzó la bomba atómica en Hiroshima), un SR-71 Blackbird, un Concorde de Air France… Es simplemente alucinante, podríamos pasarnos horas ahí viendo todos los aviones, helicópteros y demás exposiciones (comida para astronautas, trajes, gafas, motores, etc.) y leyendo las magníficas explicaciones que hay para absolutamente todo, es increíble. Aquí tenéis una mini-panorámica del hangar sur del segundo museo, alucinante:

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Cuando ya cierra el museo, cogemos el bus de vuelta al centro de Washington DC (nos deja justo enfrente del Air & Space, a un lado del National Mall) y aunque cansados, decidimos ir paseando tranquilamente por el centro del National Mall hasta llegar al Washington Monument, donde nos sentamos a descansar y ver el tiempo pasar, ^_^. Y va, ya que siempre hablamos del Washington Monument, quizá sería el momento de explicaros un poco sobre el mismo, ¿no? Bueno, pues este enorme obelisco que honra al primer presidente del país (y que dio nombre a la ciudad), mide 555 pies (más o menos unos 166 metros) y es por ley federal la estructura más alta de DC. Actualmente, el obelisco está rodeado por un montón de enormes banderas estadounidenses, lo que le da al lugar una profunda huella patriótica. Aquí una foto nocturna del Memorial de la Segunda Guerra Mundial y el Washington Monument de noche:

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Aprovechamos que estamos bien cómodos para sacar el trípode y Luis se dedica a hacer algunas fotos nocturnas de todo lo que puede y más. Su afán fotográfico puede a nuestro cansancio, así que nos vamos al Memorial de la Segunda Guerra Mundial para hacer más fotos nocturnas con el trípode. ¡Y qué fotos más bonitas! Ahí nos sentamos otro ratito, esperando a que empiecen los fuegos artificiales en honor al National Cherry Blossom Festival (Festival nacional de los cerezos en flor). Pensamos que serían más cerca, pero al final los tiran desde bastante más lejos y lo vemos muy pequeño (pero estábamos demasiado cansados para andar los kilómetros necesarios). Además, ¡duran poco más de 10 minutos! Vaya rollo de fuegos artificiales, oye… muy bonitos y espectaculares, sobre todo la traca final, que es de lo más espectacular que hemos visto, eso sí, ¡pero demasiado poco! En fin… después de eso, volvemos al hotel a descansar y a dormir…

Domingo 2 de abril
Queremos visitar una exposición en la National Geographic, sobre una geisha y sus quimonos, pero como hoy es domingo y no abren hasta las10h (y según nuestros relojes son las 9h, recordad esta información más adelante), decidimos coger el metro e ir hasta la entrada del pequeño Chinatown de DC, conocido por tener el Friendship Arch (arco de la amistad), el más grande del mundo en su clase, construido gracias a la colaboración entre el gobierno de la ciudad y la ciudad hermanada Beijing (Pekín, para entendernos).

A continuación, vemos la MLK Memorial Library, que a pesar de ser la única obra en Washington de un arquitecto de renombre, Mies van der Rohe, no tiene absolutamente nada de especial, qué queréis que os digamos. Seguimos turisteando para ver el Navy Memorial (que nos lo hemos encontrado de casualidad :P) y el FDR Memorial original, situado, como él quería, al ladito de los National Archives (archivos nacionales), un enorme edificio de estilo neoclásico donde se guardan los tres documentos originales sobre los que se basa el gobierno de los EEUU: la Declaración de Independencia, la Constitución y la Carta de Derechos. Aquí tenéis a Luis con el pequeño memorial a FDR:

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Además, nos sentamos muy cerquita del FBI, ¡Mulder! ¡Scully! Pues parece que no están… ^_^ Este edificio horroroso arquitectónicamente hablando, parece impenetrable (aunque antes del 11-S hasta se organizaban visitas guiadas todos los días, jo…).

Paseamos tranquilamente por el downtown hasta llegar al National Air & Space Museumotra vez, ya que ayer nos faltó tiempo para verlo entero. Empezamos entrando en el Planetarium para ver una exposición del universo y seguidamente salimos y nos dedicamos en cuerpo y alma a las dos plantas del museo dedicadas a la aviación civil y al especial sobre la 2ª GM. Ahí, además de los aviones, vemos exposiciones explicativas de lo más interesantes sobre los comienzos de la aviación, el funcionamiento de un motor, trajes y aviones de las guerras mundiales, organización de las batallas, etc. Es interesante ver aviones de los comienzos de la aviación, además del de los hermanos Wright, el que cruzó por primera vez el Canal de la Mancha, etc. También hay aviones clásicos de las potencias implicadas en la 1ª GM, con menciones especiales al Barón Rojo, y luego, en la parte relacionada con la 2ª GM, una réplica del puente del Enterprise (esta vez el portaaviones, llamado “Big E” durante la contienda, y que participó en todas las batallas del Pacífico con un gran historial de victorias) y aviones clásicos como el Zero japonés, el Messersmicht alemán, o el Spitfire británico, todos ellos preciosos. Aquí tenéis a Lau, aprendiendo a manejar un portaviones (Luis consiguió aterrizar un avión sin problemas, ¡uau!):

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Después de horas paseando por el museo, vamos a comer y aunque muy cansados, decidimos coger el metro e irnos al cementerio más famoso del mundo, el Arlington National Cemetery. En una extensión de 612 acres hay unas 300.000 tumbas de soldados (sin contar las de sus familiares, que también están!), todas con lápidas blancas de medio metro de alto o así… Es impresionante. Paseamos por el cementerio y vemos primero las tumbas de la familia Kennedy (JFK y Jackie). Hay demasiada gente turisteando (¡en un cementerio! No me digáis que no es sorprendente…), así que nos alejamos un poco, salimos un segundín del cementerio y vamos en dirección al US Marine Corps Memorial, que es una escultura que replica la archiconocida foto de Joe Rosenthal de un grupo de marines colocando la bandera americana en la isla de Iwo Jima, que fue uno de los mataderos más conocidos durante la Guerra del Pacífico, y es simplemente alucinante –aunque está en obras, ya que están remodelando todo el suelo. Aquí lo tenéis:

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Descansamos una hora tumbados en el césped del parque del US Marine Corps Memorial (¡está a tope de gente aprovechando el magnífico día!), ¡estamos cansadísimos! Fuera zapatos, fuera calcetines, venga masajitos… Además, desde ahí se ve a lo lejos el Lincoln Memorial, el Washington Monument y el Capitolio, alineados uno detrás del otro a lo largo del National Mall… ¡precioso!

Pero hay que seguir, así que al cabo de un rato, volvemos al cementerio y vamos a ver uno de los highlights del cementerio, la conocida como Tomb of the Unknown Soldier (tumba del soldado desconocido), que realmente se llama Tomb of the Unknows (tumba de los desconocidos), donde descansan soldados no identificado de la Guerra de Corea, Guerra de Vietnam y la Primera y Segunda Guerra Mundial (en realidad, la tumba grandota con un ataúd de mármol, sobre el suelo, es la del soldado de la Primera Guerra Mundial, y los otros tres están bajo una simple lápida blanca en el suelo, delante de este ataúd grandote). La curiosidad es que, con las técnicas modernas forenses, no había ningún soldado desconocido en Vietnam, y cuando al cabo de unos años se vio que había un cuerpo sin identificar, su cuerpo se enterró con mucha fanfarria en la tumba correspondiente, pero al cabo de un tiempo, y gracias a pruebas de ADN, la familia del soldado muerto lo identificó, y ahora la tumba del soldado desconocido de Vietnam está vacía. Bueno, total, que en esta tumba hay cambio de guardia cada media hora (hay soldados vigilando y “guardándola” 24 horas al día), algo que es interesante ver, aunque a Lau le resultó demasiado paripé, pero hay que reconocer que todos los movimientos están coregrafiadísimos, entre el soldado que guarda la tumba, el que le revisa el arma y el nuevo que sustituye al anterior. Desde ahí, vimos los memoriales a los astronautas muertos en las explosiones del Challenger y del Columbia, el mástil del acorazado de guerra USS Maine que explotó y se hundió en La Habana y fue el detonante de la guerra entre España y Estados Unidos en 1898, cuando perdimos nuestras últimas colonias, y una tumba común con 211 soldados desconocidos de la Unión de cuando la Guerra Civil estadounidense. Íbamos a ver también un memorial con soldados confederados, de cuando la Guerra Civil, pero estábamos tan cansados que decidimos no caminar más y darnos la vuelta :D Pero mirad cuántas tumbas, hasta donde te llega la vista:

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Salimos del cementerio muy sorprendidos ante tanta tumba (mires donde mires, sólo ves campo y tumbas) y cruzamos el puente sobre el Potomac en dirección al Lincoln Memorial (en metro dábamos una vuelta del copón y encima no llegábamos donde queríamos ir, en fin…) para ir al Korean War Veterans Memorial (memorial a los veteranos de la guerra de Corea). Construido en 1995, este memorial muestra una tropa de soldados en una patrulla nocturna atravesando campos de arroz, protegidos con mantos de la continua lluvia. El memorial es alucinante, pues cada escultura (a tamaño real) es única, pero todas muestran en las caras y en la posición del cuerpo el cansancio, nerviosismo y estrés que sufrían los soldados de una forma muy real. Además, la pared de mármol negro que encierra el memorial está grabada con las caras de los soldados. Estremecedor. Aquí tenéis una pequeña foto:

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Seguidamente, cruzamos el Mall en dirección a otro memorial, el Vietnam Veterans Memorial (memorial a los veteranos de Vietnam), que desde su construcción en 1982, se ha convertido en un sombrío y triste lugar de peregrinaje. Este memorial fue diseñado por una estudiante de arquitectura de la Universidad de Yale que tenía tan sólo 21 años, Maya Lin: dos muros de granito negro que se unen en el centro y que, en lugar de ir hacia el cielo, se hunden en la tierra, simbolizando la grave fractura social que esta guerra causó en el país, y que contienen los nombres de los 58.209 soldados que murieron en la guerra (ordenados cronológicamente por la fecha de su muerte). Día sí, día también es frecuente encontrar cartas, medallas y un sinfín detalles en el suelo, cerca de un nombre en concreto, que han dejado amigos o familiares. La gran mayoría de estos objetos se guardan, al pasar el tiempo, en el Museo Nacional de Historia Americana. En ambos extremos del memorial, encontramos unos enormes libros con los nombres ordenados alfabéticamente que nos ayudan a localizar los mismos en la piedra. La verdad es que este memorial, austero y sombrío, no tiene nada que ver con la gran mayoría de esculturas y edificios del National Mall… y así lo vieron también muchos opositores del diseño de Lin, que consiguieron en 1984 erguir cerca del memorial, una escultura más tradicional (y menos interesante) de tres soldados. Aquí tenéis un detalle de uno de los muros, completamente cubierto de nombres:

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En nuestro afán paseístico, ^_^, vamos tranquilamente andando hasta el campus de la George Washington University, para ver un ambiente diferente de la ciudad… Allí cogemos el metro y ale, al hotel a descansar…

Lunes 3 de abril
¡Cómo nos cuesta levantarnos! Entre que estamos cansados y nos duele todo y que la cama no es precisamente cómoda, buf, estamos hechos un desastre. Después de desayunar por la cara en el hotel, aunque extrañamente no queda casi de nada hoy, eso sí, vamos tranquilamente andando hasta el National Geographic, para ver la exposición “The kimonos of Ichimaru: from geisha to diva” (Los quimonos de Ichimaru: de geisha a diva), donde vemos multitud de quimonos de la geisha Ichimaru, una de sus pelucas de geisha, cinturones obi, zapatos… ¡y hasta un shamisen! Además, también se proyectan mini-vídeos con imágenes de Ichimaru cantando y bailando… muy interesante. Lástima que no dejaran hacer fotos, porque claro, luego te vendían el catálogo :P (al menos Luis consiguió sacar una del primer quimono :P)

Seguidamente, nos acercamos a obtener entradas para el Washington Monument, que son gratuitas pero necesarias para poder entrar a una hora determinada. Pero nuestro gozo en un pozo –aunque nos lo temíamos, a pesar de que no es tan tarde (en la guía aconsejan ir cuando empiezan a repartir, ¡a las 8:00h!). Las entradas para este día están todas repartidas, mala suerte. Tendremos que hacerlo la próxima vez que vayamos a DC, jejejeje.

Como ya estamos en el Mall, decidimos ir al United States Holocaust Memorial Museum, dedicado a los millones de personas asesinadas por los Nazis, en un edificio moderno pero que resulta un tanto tétrico, a pesar de tener mucha luz, y que captura el ambiente del museo a la perfección. Primero de todo, cogemos pases para la exposición permanente (son gratis, pero van por hora… nos toca entrar a las 14:15h) y seguidamente entramos en el llamado Hall of Remembrance (sala del recuerdo), un pequeño santuario para la reflexión y el recuerdo a las víctimas, con una llama permanente. A continuación, vemos una fantástica exposición titulada “Deathly medicine” (medicina mortal) dedicada a las horrorosas prácticas médicas nazis. Es muy interesante, con muchas explicaciones, fotos y objetos reales, pero te afecta muchísimo, se te ponen los pelos de punta con muchas de las cosas que lees… es muy emotivo. Cuando para nuestros relojes son las 13h (atención al dato, ya lo entenderéis después), el hombre que controla la entrada a las 3 plantas de exposición permanente nos deja entrar, ante nuestra extrañeza (para qué darán pases marcados por horas, si hacen lo que quieren? :P). Y ale, ahí nos metemos, a ver la exposición permanente que versa sobre el Holocausto, dividiéndolo por períodos históricos: una planta dedicada a los años previos a la guerra, de cuando la subida de Hitler al poder, otra dedicada a la guerra en sí, y otra al final de la guerra y la fundación del estado de Israel, donde podemos leer crónicas, ver vídeos y objetos reales, algunos tan estremecedores como un vagón en el que transportaban a los judíos a los campos de concentración, o una escultura que consiste en miles de zapatos de cuero viejos y gastados de todas las víctimas, etc., leer acontecimientos… la exposición es brutal, increíble, muy conseguida, muy bien ordenada y muy fácil de seguir, con todo perfectamente explicado, y afortunadamente, sin caer en el autobombo en plan de “Estados Unidos entró en la guerra y salvó a los judíos, qué buenos que somos”. Eso sí, te deja con el corazoncito hecho pedazos, pero es muy interesante y recomendable verla. Nos pasamos casi dos horas viéndola, a pesar de que cada vez aguantábamos menos de pie, jejejee… así que imaginad lo interesante que es.

Al salir, nos acercamos un rato al National Museum of Natural History (museo nacional de historia natural), el museo más visitado del mundo, ¡toma ya! Nuestra primera parada es en el restaurante, donde comemos algo y nos damos cuenta de que los relojes marcan una hora diferente… ¡han cambiado la hora y nosotros sin enterarnos! Y es que Lau había leído en la Lonely Planet que en los EEUU también cambiaban la hora, pero como cuando llegamos no lo habían hecho, pensó que lo había leído mal o algo y se olvidó. Y ahora nos damos cuenta de que no, de que aquí también cambian la hora, pero lo hacen el 1 de abril… así que hemos superado nuestro récord de Londres (donde nos acordamos de que habían cambiado la hora unas horas después), ya que esta vez hemos pasado un día y medio con la hora cambiada, jajajajaja… ahora entendemos muchas cosas: por qué la exposición de la National Geographic estaba todavía cerrada el domingo, por qué casi no quedaba nada de desayuno el domingo en el hotel, por qué no quedaban entradas para el Washington Monument cuando hemos ido a una hora decente, por qué el hombre del Museo del Holocausto nos ha dejado pasar a las 13:15h cuando en nuestra entrada ponían que sólo podíamos entrar a partir de las 14:15h… ¡qué desastre somos! J

En fin… cambiamos los relojes, terminamos de comer, y visita rápida al Museo. En realidad sólo queremos ver unas cuantas cositas contadas, no deambular por él, porque estamos demasiado cansados. Empezamos por acercarnos al diamante más grande del mundo, el Hope, de 45 quilates, expuesto ahí para regocijo de todos. Seguidamente, nos adentramos en las salas dedicadas a los esqueletos de muchas especies animales (con comparaciones y explicaciones y demás), para llegar a las salas dedicadas a los “bichos” que tanto asco le dan a Lau (¡gracias a Dios que hoy no hay la actividad de dar de comer a las tarántulas, porque si no a Lau le da un patatús… si sólo recordarlo ya le pica todo, jejejeje). A continuación, entramos en la sala dedicada a la vida salvaje, donde hay un montón de animales disecados, con muchas explicaciones, curiosidades, etc. Finalmente, nos adentramos en las salas dedicadas a los dinosaurios y la vida marina, ¡donde vemos el esqueleto de un T-Rex! Mirad, mirad:

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Muy, muy interesante también. Como todos los museos a los que hemos ido, está repleto de indicaciones, explicaciones, dibujos, casos prácticos, curiosidades, vídeos, etc., con lo que puedes aprender un montón… ¡y también pasarte horas y horas y horas leyendo y viendo cosas!

Al salir, decidimos volver tranquilamente al hotel y cuando ya estamos en la habitación tranquilitos, ¡sorpresa! Empieza a llover de una forma increíble y venga rayos y truenos… ¡qué tormenta! Suerte que no nos ha pillado en la calle, que si no… Y también suerte que se ha hecho ya de noche, así no nos molesta al turisteo, jejejejeje. Toca recoger las cosas y hacer las maletas otra vez, que mañana nos volvemos a Nueva York otra vez… Washington DC es una gran ciudad, con muchísimas cosas para ver y para hacer, con el fantástico National Mall y el Tidal Basin, lugares preciosos para pasear, sentarse a tomar el sol o a descansar, a jugar con los críos, etc. Es una ciudad muy recomendable que nos ha gustado mucho… ¡habrá que volver!

En el próximo (y último) capítulo: ¡volvemos a NYC!!!!! :)))))