Esta mañana ha sido la primera vez que hemos acudido a urgencias con Eric. Una experiencia que cualquier papá y mamá reciente (¡novato!) sabe que llegará tarde o temprano. Nosotros hemos tenido que esperar más de un año porque hasta hoy Eric no ha tenido nunca nada grave; hemos ido un par de veces a la pediatra para confirmar nuestras sospechas y verificar un mínimo tratamiento, pero realmente nunca ha tenido nada de gravedad. Hasta hoy.

Anoche, al bajarnos del autobús después de dar un buen paseo por la zona del río cercana a Legazpi Eric vomitó la fruta y el yogur que se había tomado casi 3 horas antes. En plena calle. Por suerte estábamos cerca de casa, así que corriendo llegamos a casa, le quitamos toda la ropa, le bañamos, pusimos una lavadora y esperamos. Eric estaba tan pancho, como lo había estado todo el día, charlando y jugando en el suelo, riéndose, como si nada. ¿Se habrá mareado? Pensamos. Ni idea. A la hora de cenar le preparamos un bibe normal, por si el vómito había sido una cosa puntual. Cenó poco, pero no le obligamos a más. Después de haber vomitado, normal cenar poco, no? Al rato volvió a vomitar en la cuna. Vale, quizá no sea un mareo. Le cambiamos, cambiamos la cuna, pusimos otra lavadora y me quedé con él dándole agua en cucharaditas y hasta que se durmió encima mío. Le puse en la cuna y al rato tuve que volver, había vomitado un poquito. Y así un par de veces más. He pasado la noche en su habitación, intentando calmarle, dándole agua, acunándole… hasta que a las 6h estaba rabioso. O le dolía mucho la tripa o tenía hambre o ambas cosas. Quién sabe. He preparado un poco de compota de manzana. Nanai, y venga a llorar. He preparado un poco de arroz. Y sí, se lo ha tomado, pero venga a llorar. Así que hemos decidido lo que hacía un año que no decidíamos: vámonos a urgencias, que nuestra pediatra no le podría ver hasta las 10:30h (y probablemente fuera la sustituta sondia). Nada, a urgencias.

Taxi y a urgencias. El pediatra le ha encontrado una inflamación en el oído derecho y unas placas bestiales en la garganta. Anginas. ¿Cómo puede ser si siempre te dicen que cuando un niño tiene anginas no come? ¡Y ayer Eric comió lo que no está escrito! En fin, que no hay reglas universales para todos los niños, está claro. El pediatra no tenía claro si los vómitos eran de una posible gastrointeritis o de las propias anginas (molestias), así que ha tenido cuidado en recetarnos un antibiótico y un protector de estómago. Y aquí estamos, en casa, intentando que el peque mejore. Ya llevamos 3 cambios de ropa (pequñeos vómitos, pero no por ello menos lío) y unas horitas durmiendo, aunque ahora le tengo aquí a mi lado en el sofá, tocando el Baby Piano en mi iphone.

En fin, a ver si a lo largo del día de hoy empieza a dejar de vomitar y va mejorando poquito a poco. Eso sí, ya nos hemos estrenado en esto de las urgencias pediátricas. Esperamos tardar mucho tiempo en volver.

Un besote
Lau