La vida te cambia. Sí, y mucho. Y aunque tú no quieras tu entorno, o al menos parte de tu entorno, cambia. Luchas para evitarlo, pero necesitas que ellos también se adapten. Si no lo hacen, no lo consigues. Y se complica la cosa. Y te duele. Y te enfadas. Y dices que pasas pero no puedes. Y callas. Y te resignas.
Tener un hijo te cambia la vida y para mí te la cambia a mejor, la perfecciona, la hace más feliz. Considero que tener un hijo te completa y cualquier cosa que tengas que dejar «aparcada» se compensa con el amor más profundo que sientes. Cambias tus hábitos y te adaptas para incluir a esa personita que hace que tu mundo gire. Y lo haces con felicidad e ilusión. Pero ahí entra en juego el entorno y qué pasa cuando el entorno no sabe o no quiere adaptarse.
Yo no puedo obligar a nadie a adaptarse, pero las cosas claras: mi vida está ahora más planificada y soy menos flexible. Con un peque de año y medio se pueden hacer muchas cosas, pero otras muchas no. Y sinceramente también os lo digo, a mí me encanta hacer cosas con Eric y mi día a día le incluye a él y me jode cuando no se le incluye. No me entendáis mal, no es que no quiera o no pueda hacer cosas sin él (aunque al no tener familia aquí no tenemos tanta «libertad»). De vez en cuando queremos y nos viene bien hacer cosas nosotros, como «adultos», pero en nuestro día a día le incluimos siempre, que para algo es nuestro hijo. Nos apetece incluirle. Nos encanta incluirle. Durante la semana nos vemos los tres juntos poco rato, así que durante el finde nos encanta disfrutar del máximo de horas posibles juntos.
Y duele cuando tu entorno no le incluye; cuando sistemáticamente tu entorno no le incluye; cuando sistemáticamente tienes que decir «no» a planes que de otro modo, en otro horario, te encantarían. Y sabes que no puedes hacer mucho, sabes que no puedes obligar a tu entorno a adaptarse a ti y a tus «limitaciones». Y duele porque reflexionas y te das cuenta de que quizá no les importas tanto como para adaptarse a ti, aunque sea de vez en cuando. Y esta conclusión duele. Y como decía al principio, pasas del dolor a la rabia y luego a la resignación. Y piensas que quizás te equivocas, que quizás estás siendo una drama-queen, que quizás ellos ni se están dando cuenta pero tú ya sientes que no lo puedes cambiar. Llegas a un punto en el que tú ya no propones planes, porque sientes que estás forzando a tu entorno a adaptarse a ti cuando ellos libremente no lo han hecho en multitud de ocasiones. Y te presionas por intentar «no forzarles». Y de tanto presionarte, de tanto querer «no forzarles» acabas sin decir nada y te resignas. Una pescadilla que se muerde la cola, vamos.
¿Supongo que es algo natural? ¿Un proceso por el que pasan muchos papás y mamás recientes? ¿Que se normaliza con el tiempo, con los años, evoluciona y cambia? ¿Una ‘fase’ más de la paternidad?
Besos,
Lau
pd. Ésta es una reflexión muy íntima, que de ninguna manera quiere ser un ataque a nadie. Intento reflexionar sobre cómo cuesta, a veces, adaptarse cuando tu vida pega un giro tan drástico. Nada más. Si alguien se siente ofendido, lo siento, pero no iban por ahí los tiros.
Así es Laura.
Es tan maravilloso como duro. Primero hemos de adaptarnos nosotros mismos a esa dinámica, a veces los cambios nos cuestan más de lo que pensamos. Superado el (más o menos) primer año, en la que te dedicas única y exclusivamente al bebé, intentas retomar tu vida social y ocurre lo que comentas. Efectivamente se siente rabia y resignación.
No creo que no les importes, simplemente es falta de empatía. Quienes no han sido aún padres no saben lo que realmente supone esa revolución en tu vida, y quienes ya lo han sido, con el paso del tiempo (en muchas ocasiones), se les olvida.
Las situaciones evolucionan y cambian a medida que el peque va creciendo; date tiempo, verás como en un año lo ves de manera un poquito más diferente, pese a que a mucha gente (y a veces tú misma) le cuesta asumir que ya no tienes la flexibilidad de antaño.
Tienes todo mi apoyo, como siempre.
Muchos besos.
Pues sí, muy de acuerdo. Al final es falta de empatía, pero bueno, al final es irte adaptando a las situaciones, y mientras esté el pitufo de por medio, todo está bien :D
Voilà, ellos son lo más importante; pero sin llegar a negarnos como individuos (lo digo porque en ese caso acabas cayendo en una depre).
Muchos besos, está guapísimo el peque :)) Ya veréis cuando comience a xerrar sin parar :D Irene es una cotorra.
True story. Aunque por circunstancias distintase, me ha ocurrido… (>.<) Y aunque suene feo o desleal, con el tiempo te acabas juntando con gente en circunstancias como la tuya (en mi caso, accidentalmente), porque – sin quererlo – encajas. Y no tiene nada de malo, un día te das cuenta y resulta que entre esas personas has hecho grandes amistades: gente que te entiende y a la que entiendes.
Ya, Eduardo, lo que pasa es que a veces encuentras gente así, porque tienes cosas en común, y piensas que ya está todo hecho, amigos para siempre y tal, pero luego tienes un hijo, te cambian los horarios y demás, como cuenta Laura, y te das cuenta de que dejas de ver (aunque no haya mala fe por ninguna parte), con lo que tienes que buscarte oooootra vez gente que esté en tu situación :D
En nuestro caso fueron unos amigos los primeros en tener un hijo, y creo que se hizo una transición a la nueva situación muy natural: comidas y cenas que antes se hacían en restaurantes pasaron a hacerse, muchas de ellas, en su casa, de manera que podíamos seguirnos viendo y ellos no tenían que prescindir de su hijo. Llegaron luego más niños, nuestro y de las otras parejas, que hicieron que cambiásemos de actividades a otras compatibles con ellos (¿quien me iba a decir que me compraría el pase familiar para el Zoo?).
Quizá ha funcionado bien porque somos un grupo pequeño…
No veo nada mal que hagáis propuestas adaptadas a vosotros: ya dependerá de ellos apuntarse o no. ¿Nunca se han hecho «turnos» para elegir la película que se iba a ver al cine? Pues lo mismo…
Pues yo aún no estoy en vuestra situación, aunque la deseo en un futuro, y me duele leer que pasan cosas así. Me da un poco la sensación de que, por desconocimiento, lo ven como imposible y ni siquiera se preocupan de comprobar que se pueden hacer muchos planes, ni en comprender que entre semana os veis muy poco y que queréis aprovechar el finde.
Buuu … que les den …
El sabado veniros con el nene, que a nosotros nos encanta tenerle en nuestras cumbres :D, y malcriarle y enseñarle travesuras para que no os aburrais luego :)
Gracias a todos por los comentarios, tanto los que habéis dejado aquí como los que me habéis mandado por email y DM.
Supongo que al final se resume en que es un cambio, una etapa más de tu vida. De la misma forma que cuando vas a la universidad puedes cambiar de amigos o cuando te trasladas o te cambias de curro, etc… esto al final es un poco lo mismo. Falta de empatía y simplemente «no darse cuenta», sin maldad.
¿Sabéis cuál es el problema también? A Luis y a mí nos encanta salir y ahora a Eric también… hay sábados que a las 10h de la mañana está golpeando la puerta de la calle porque quiere salir ya a pasear… y claro, preferimos salir (que a nosotros nos gusta y a él también) a hacer cosas en casa… y quizá si hubiésemos hecho más cosas en casa, la situación sería diferente. No sé…
Besotes!
Tener un hijo es la cosa más maravillosa del mundo. Eso lo sabemos todos los padres del mundo aunque te limite, claro está, en ocasiones más de lo que se podía esperar y en otras, por suerte, menos.
Dani tiene ya 7 años y la situación cambia pero hay que «sufrir» otro tipo de cosas, cada edad tiene lo suyo.
Entiendo la situación, entre otras cosas por que también la hemos vivido. Nosotros fuimos los primeros en tener un hijo de tooodos nuestros amigos y descubrimos que aunque no hubiese nada en concreto que estropeara nuestra amistad no podíamos seguir el mismo ritmo que llevábamos antes de que él llegara. Los amigos seguían quedando como antes, nosotros a veces íbamos y a veces nos quedábamos con las ganas. Está claro que algo de parte de empatía debe de haber pero tampoco creo que se le pueda «acusar» a nadie (ya se que no se trataba de eso en el post) de no ser empático. Cada uno hace los planes según sus posibilidades. Nosotros si queríamos quedar con alguien cuando Dani era pequeño proponíamos lo que a nosotros nos iba bien, quien podía se apuntaba y quien no podía pues nada. No es nada personal pero hay que seguir organizando cosas y cada uno según su conveniencia, todo es hablable y tampoco creo que nadie se tenga que sentir forzado a nada.
Besitos!
No tengo niños, pero he criado unos cuantos y he vivido rodeado de ellos. Me llama mucho la atención lo que cuentas. Asumo que la amistad es un proceso continuo que va adaptándose e incorporando los cambios de las partes siempre que la cosa no sea extrema. Has dicho algo curioso sobre obligar a los otros a la adaptación. No creo que sea cosa de obligaciones. Para mí es solo una integración de tus realidades vitales. Una muy hermosa realidad, porque la maternidad la veo como una experiencia transformadora, enriquecedora e integradora de tu entorno. Si hay personas que no pueden ver la trascendencia de los cambios de tu vida y no los integran, tal vez no tengan capacidad para compartir contigo este momento histórico.
El amor, querida Laura, es un camino de doble sentido y hay que recorrerlo frecuentemente de ida y vuelta. Si alguien te quiere de verdad, con gusto recorrerá el camino hasta tu casa y volverá deseando regresar.
Un beso.
Tener un hijo es una experiencia maravillosa que te cambia la vida. Mucha gente se va a quedar por el camino, como tantos amigos que decidieron ir por su lado hace ya tiempo. No veo que tener un hijo condicione las amistades o que éstas decidan ir por su lado ya que tu tienes hijos y ellos no. Es decir, el hijo no es el factor determinante. Es sencillamente un tema de empatía. Si esa persona es capaz de ponerse en tus zapatos, entenderá que la vida te ha cambiado, y que aunque desees hacer cosas que hacías antes, ahora no puedes o bien hay cosas que te llenan más. Así de simple. Todos cambiamos y evolucionamos. Yo no soy la misma persona que era ayer. Y dentro de un rato seré otra persona. Lo interesante es compartir nuestra evolución y evolucionar y seguir aprendiendo, no pretender que todos seamos siempre exactamente iguales. Seguro que desde que tienes un hijo tienes nuevas amistades y nuevos conocidos, que a lo mejor no habrías conocido nunca de no tenerlo.
Saludos y deciros que me ha gustado mucho vuestros blogs :)