Octavo día en Japón. Es domingo, así que decidimos ir a Harajuku y alrededores a pasar el día con toda la multitud, ¡vamos! :P
Al llegar a Harajuku, lo primero que queremos ver es el Yoyogi National Stadium, aunque sea solamente por fuera, obra también de Tange Kenzō. Caminamos pegados al parque de Yoyogi hasta que encontramos un paso de cebra y eso nos deja al final del recinto del estadio, donde hay un curioso un festival coreano. Es temprano por la mañana pero ya hay gente comiendo y bebiendo, y muchas chicas esperando que salga el grupo coreano de turno en el escenario. Nosotros acabamos de desayunar, como quien dice, así que pasamos del festival, damos una vuelta por las inmediaciones del estadio y nos encontramos con «el cruce de la muerte» de Harajuku que no es más que un simple cruce elevado con escaleras pero claro, cuando vas con un cochecito de bebé, ¡se convierte en «de la muerte» :P!
Al cruzar, nos adentramos, como medio Tokio, en el santuario Meiji. Todavía hay mucha gente que hace su visita posterior a las celebraciones de Año Nuevo, dejando amuletos viejos para que el santuario los queme, comprando amuletos nuevos para el año que entra, visitando una parte del santuario que normalmente está cerrada al público… hay gente y gente y gente por todas partes. Es genial.
En el santuario de Meiji siempre hay bodas y ese domingo no fue una excepción, por lo que pudimos ver varias procesiones y varios novios con sus trajes tradicionales. Una de las novias nos sorprendió con un elaborado peinado tradicional… ¡y no llevaba peluca! Era su pelo, lo cual fue precioso de ver, la verdad.
Al salir del santuario de Meiji la idea era disfrutar de las pintas curiosas de la gente que se suele dar cita en Meiji-bashi, pero este día, curiosamente, no había nadie, así que desde ahí nos fuimos a una de las calles más famosas de Harajuku: Takeshita dori, una calle en la que puedes encontrar gran variedad de cafés y restaurante, tiendas de ropa alternativa o de estilo gothic lolita y tiendas de merchandising de idols japoneses.
Lau entró en una idol shop, llena de curiosidad, y lo ha contado en japonismo.com, ;)
Al salir de Takeshita-dori, dimos un mini-paseo por Omotesando hasta llegar a Cat Street e intentamos comer las gyozas más famosas de todo Tokio, pero había muchísima cola y el sitio estaba muy lleno (imposible entrar con el cochecito) así que decidimos dar una vuelta por el resto de callejuelas adyacentes a Omotesando (que es otro mundo, parece como si no estuvieras en Harajuku) y comer una hamburguesa en The Great Burger, que Luis lo tenía en su lista.
Y luego, ¡a pasear por Omotesando y Aoyama. La calle Omotesando está llena de tiendas y centros comerciales pijos, pero es interesante de ver por la arquitectura de esos edificios. Y cuando se acaba, puedes seguir paseando por Aoyama, más estrecho pero donde también hay tiendas con arquitectura curiosona. Para que os hagáis una idea:
Al volver a la estación de Harajuku nos dimos cuenta de que era imposible entrar: estaba pesadísima de gente haciendo cola, fuera, para poder acceder a la estación… era una auténtica locura. Y mira que lo intentamos, pero no avanzábamos nada, y con el cochecito de Eric era todavía peor. Total, que decidimos ir ando un paseo por Meiji-dori hasta llegar a Shibuya, que en realidad tampoco están tan lejos (una estación en la Yamanote). Allí dimos una pequeña vuelta por la plaza principal, nos metimos en el Starbucks que hay con vistas al famoso paso de peatones, que estaba a reventar de gente, y luego cruzamos el susodicho paso de peatones, el más famoso de todo Japón. Y eso fue todo, pero es que estábamos algo cansado y ya habíamos visitado Shibuya dos veces en 2007 y ese día no nos apetecía repetir ;)
Total, que desde Shibuya cogimos el tren de vuelta a Shinjuku, donde fuimos al Yodobashi Camera a buscar uno de los regalos de cumpleaños/Reyes de Laura: ¡un diccionario electrónico súper chulo de japonés/inglés/español, ideal para estudiar japonés! Cansadetes después de tanto andar, nos fuimos a cenar cerca del hotel y nos pusimos morados a… ¡sushi! :D
Bueno, no… buenísimo.
Y poco más. Subimos a la planta 41 del hotel, donde estuvimos tomándonos algo en la Peak Lounge para darle la cena a Eric…
Después de eso, un bañito, algo relax viendo la tele y leyendo y a dormir, que el día había sido intenso.
Como siempre, tenéis más fotos en el flickr de Lau y en el flickr de Luis.
Lau (y Luis y Eric)