Domingo 12 de agosto de 2012
El día se había levantado muy nubladillo y parecía que iba a llover de un momento a otro, pero naturalmente eso no afectó nuestros planes… ¡que uno no está en Tokio todos los días! Además, Luis siempre dice que así le quedan cielos dramáticos… Así que cogimos bártulos, desayunamos y nos fuimos hasta Roppongi, uno de los barrios que siempre se nos había quedado pendiente en nuestras visitas a Tokio.
Cogimos el metro y nos fuimos al Centro Nacional de Arte, un edificio precioso situado en un extremo de Roppongi. Justo cuando llegábamos empezó a llover, así que aprovechamos para cobijarnos de la lluvia allí.
Cuando dejó de llover dimos un paseo por callejuelas de Roppongi y acabamos en el conocidísimo centro comercial Roppongi Hills.
Desde Roppongi Hills disfrutamos de unas maravillosas vistas de la Tokyo Tower.
Buscamos un sitio para comer todo, pero no encontramos nada que nos entrara por los ojos (y lo que sí podría entrarnos era demasiado caro y pijo y ahí Eric no tendría que comer), así que decidimos comprarle una pizza a Eric (¡se la comió entera!) y nos sentamos en una terraza a descansar un rato.
Y luego dimos un paseo por los jardines Roppongi Hills Green, a los pies de la torre.
Entramos en la cercana TV Asahi donde nos hicimos fotos con Doraemon, Shin-chan y vimos varios personajes conocidos de la televisión japonesa.
Desde Roppongi decidimos ir a comer y pasar la tarde en Odaiba, uno de mis barrios preferidos de Tokio… ¡y fue todo un acierto! Aunque… ¡cómo estaba Odaiba! Durante les meses de verano, todos los domingos se celebra en Odaiba un festival, por lo que hay puestos de comida, atracciones (aparte de las normales de la zona) y mucho ambiente.
Lo primero que hicimos es buscar un sitio donde comer nosotros. Eric se había quedado dormido en el cochecito, así que queríamos aprovechar y al final nos decidimos por un restaurante de yakiniku que tenía una pintaza impresionante… Nos habíamos quedado con las ganas de comer yakiniku la noche anterior, pues nos íbamos a poner las botacas, jajajajaa. Y es que encima había cola en casi todos los restaurantes menos en éste. Y no por la mala calidad del restaurante, sino por el precio, ya que la carne era toda de Kobe… ¡toma ya! Decidimos darnos el lujo y disfrutamos mogollón (pero de Kobe de verdad, eh? No de la que venden fuera de Japón diciendo que es Kobe).
Con la panza llena y Eric ya despierto, nos fuimos a la nueva Lego Store. Eric se volvió loco con un enorme Rayo McQueen de Lego y nos costó hacerle entender, al rato, que había más cosas y que tenía que andar… ¡se puso a llorar como un desconsolado gritando «Raaaaayo, Raaaaayo»! Jajajajaja. Luego vio al gigante Mate y se le pasó enseguida y cuando en la tienda vio los sets de Cars, buf, le costó decidirse y al final los dos hombres de la casa salieron con sendos legos… si es que…
A continuación, nos acercamos hasta la Fuji Tv que estaba llena a rebosar de gente por los puestos especiales que había en su exterior por el festival. Como habíamos entrado en enero, decidimos dar una vueltecita sólo por la planta primera y frikear un ratito… además, queríamos que Eric se reencontrara con «El Guau» que fue su mejor amigo en nuestro anterior viaje… ¡y vaya si le reconoció, claro! :D
Después nos acercamos a ver el famoso Gundam de Odaiba, que cuando vinimos en enero estaba terminado pero el parque y el centro comercial de su alrededor no, así que esta vez pudimos disfrutar del espectáculo de luz y agua que hacen cada media hora. Mientras Luis se iba a la tienda a comprarse un Gundam tamaño casi real (bueno, vale, es 1/48) , Eric y yo le esperamos sentados en las escaleras de la plaza.
Y venga a andar. Decidimos ir a ver un poco la zona del festival, aunque lo cierto es que ya cerraban, así que vimos poco. Puestos de comida, actividades varias, zona de karts, atracciones de One Piece (el anime de moda) y… ¡la caca gigante! ¡La caca gigante vestida de Gundam! Me encanta este país, en serio… es taaaaan maravillosamente friki.
Quedaba un rato para que anocheciera del todo, pero decidimos dar una vuelta por la zona del parque y hacer tiempo hasta ver la puesta de sol y anochecer sobre Odaiba, y fue todo un acierto. Es tan bello este lugar.
La ventaja de haber esperado un rato a que anocheciera fue que cuando llegamos a la yurikamome estaba mucho menos petada de gente que en horas previas (cuando salimos de la Fuji Tv vimos manadas de gente acceder a la yurikamome…) y llegamos al barrio sin muchos problemas.
Estábamos cansadísimos y como nos habíamos pegado el atracón padre a la hora de la comida, decidimos coger un obento en una tienda de obento de la zona (nos los hicieron al momento) y volver al hotel a cenar, descansar y dormir.
Besos,
Lau (y Luis y Eric)
Pd. Como siempre, tenéis todas las fotos del día aquí.