Sábado 4 de agosto

Cuando sonó el despertador, Eric no parecía muy por la labor de despertarse y cuando lo hizo, vomitó un poquito, pero era más agua que otra cosa. Tenía un poquitito de fiebre y estaba muy pachucho, con ganas de dormitar y poca fuerza. Está claro que el día anterior, en Hachinohe, cogió frío y junto con el cansancio (que le estamos dando mucha marcha, aunque él se lo pasa bien), hizo mella en él.

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Eric pachucho, sólo quería dormir…

Total, yo me vestí y me fui al Seven Eleven que teníamos al lado del hotel en busca de un poco de arroz blanco caliente para ofrecérselo a Eric y asentarle el estómago… y funcionó. En cuanto conseguimos que comiera un poco (lo único que quería era dormir), fue mejorando rápidamente y a los diez minutos ya empezó a hablar por los codos y cuando Eric habla es señal de que ya se encuentra bien :D

Esperamos un ratito más, vimos que parecía estar 100% perfecto y decidimos seguir adelante con los planes del día: ir a Morioka para ver el Sansa Odori, así que como todos los días, cogemos un shinkansen desde Kitakami (aunque el de este día un poco más tarde del que habíamos planificado originalmente) y nos vamos hasta Morioka, centro neurálgico de las actividades políticas y económicas de la prefectura de Iwate.

Calle Oodori

Calle Oodori, muy comercial.

Al salir de la estación, cruzamos el río Kitakami y nos encontramos con dos de las calles más populares de Morioka: Chuodori, por donde pasará el desfile del Sansa Odori por la tarde, y la comercial Oodori que es la que decidimos coger en dirección al Parque del castillo de Morioka o Parque Iwate.

Castillo de Morioka

Muros del antiguo castillo de Morioka.

El castillo de Morioka se construyó entre 1597 y 1633 y al igual que pasara con el castillo de Hachinohe, también fue desmantelado durante la Restauración de Meiji, de manera que actualmente quedan sólo algunos muros y poca cosa más allá del precioso parque Iwate.

Castillo de Morioka

Parque del castillo.

Castillo de Morioka

Eric de expedición.

Una nota sobre el parque: debe estar precioso durante el florecimiento de los cerezos en primavera (ya que tiene unos 200 árboles de cerezo) y durante el enrojecimiento de las hojas en otoño.

Castillo de Morioka

Parque Iwate.

Además del parque, vimos el santuario Sakurayama que data del siglo V, aunque lo que vemos actualmente es de 1683. Es un santuario muy importante en Morioka, recibe más de millón y medio de visitas al año.

Sakurayama Jinja

Pareja rezando en el santuario Sakurayama.

Seguidamente dimos una vuelta por Chuodori, pero vimos que realmente no había más que empresas y oficinas, por lo que decidimos volver a Oodori e ir a comer algo.

Sakurayama Jinja al fondo

Callejón que conecta el santuario con la calle Chuo.

¡A comeeeeer!

¡A comeeeeer!

Morioka tiene bastante más que ver, pero justo antes del desfile, en la plaza de la estación, había una demostración del baile sansa por parte de los grupos participantes en el desfile, así que nos fuimos para allá para verlo, aunque primero paramos a tomar algo en una cafetería… ¡nos apetecía algo dulce!

En la plaza, conseguimos buenos sitios y vimos varias actuaciones. El «uniforme» del baile sansa es un yukata con un obi de color y encima uno especial de varios colores que cae hasta media pierna, además del sombrero hanagasa. Como detalle, destacar que los que tocan el tambor taiko o la flauta también bailan con el grupo, dando saltos y girando cuando toca… me pareció alucinante. No paré de decir que yo quería tocar el taiko y bailar sansa… ¡me flipó!

Mostrándonos el baile típico del Sansa Odori

Se inicia el baile.

Mostrándonos el baile típico del Sansa Odori

A bailar el baile sansa.

Mostrándonos el baile típico del Sansa Odori

Sansa Odori.

Mostrándonos el baile típico del Sansa Odori

Yo quiero tocar el taiko y bailar sansa como esta chica, ¡me encantó!

Los niños también bailan

Los niños aprenden sansa desde bien pequeños.

Preparado

Soy un tío chungo que toca el taiko, pero llevo un sombrero de flor en la cabeza…

Después de la demostración, fuimos dando un paseo por el centro de Morioka hasta acercarnos a la zona del desfile, donde nos sentamos e intentamos coger posiciones, porque estaba ya todo muy lleno. Decidimos esperar sentados en unas escaleras próximas a una calle que se iba a cerrar y en cuanto viéramos que se cerraba, salir corriendo para coger sitio en primera fila allí… un poco cansado, la verdad, pero es que si no imposible ver nada.

Espera pacientemente...

Eric es un santo, esperando pacientemente…

Tuvimos que esperar un buen rato, pero al final… ¡llegó la hora del desfile!

Y es… es… impresionante. El Sansa Odori me dejó completamente boquiabierta y disfruté como una enana viéndolo. De hecho, las fotos son bastante malas (snif) porque creo que estaba más embobada viendo cómo bailaban, cantaban y tocaban flautas y taikos que preocupada de hacer fotos :D

Sansa Odori

Bailando y tocando el taiko.

Sansa Odori

A bailar el Sansa Odori.

Sansa Odori

Bailan, cantan y tocan el taiko.

Sansa Odori

Sansa Odori.

Sansa Odori

Tambores taiko y flautas.

Sansa Odori

¡Sansa Odori!

Sansa Odori

Movimiento típico de los taiko del sansa.

No queríamos coger el último shinkansen, pero al final se nos hizo tarde y aunque corrimos y corrimos, a mitad de camino nos dimos cuenta de que no llegábamos y que se nos escapaba el tren. Total, decidimos cenar en una pizzería que nos gustó y que vimos de camino a la estación, para que así cuando llegásemos a Kitakami fuera sólo cuestión de bañar al pitufo e ir a dormir. ¡Y qué buena elección! Qué ricas estaban las pizzas, la verdad…

De tal palo, tal astilla

De tal palo, tal astilla… ¡pizzaaaaa!

Y poco más. Con la panza llena y muy cansados, todo sea dicho, cogimos el último shinkansen a Kitakami y nos fuimos directos a dormir.

Un beso,

Laura (y Luis y Eric)

pd. Tenéis todas las fotos de Morioka aquí.