Lost in Translation XIV – Asakusa, Odaiba y Akihabara

Jueves 23 de agosto

Decidimos dedicar el día de hoy a tres barrios de la ciudad de Tokio: Asakusa, Odaiba y Akihabara, con lo que el día será completito, y eso que no nos cansamos de decirnos a nosotros mismos que estamos hechos polvo…

Nos despertamos con una agradable sorpresa… ¡vemos el monte Fuji desde la ventana de la habitación! Y es que Luis está disfrutando de las vistas, haciendo alguna foto del skyline de Shinjuku, cuando de repente se da cuenta de que el famoso monte Fuji se divisa a lo lejos… eso sí, aparece el tiempo justo para verlo, intentar hacer alguna foto y poco más, porque a los pocos minutos desaparece de nuevo entre la contaminación y humedad del ambiente. Lo hemos visto un momento y desde lejos, pero no deja de ser impresionante. Laura decía «si se sigue viendo, podemos volver a subir al Gobierno Metropolitano y así lo veremos mejor». Pero se mantiene visible tres minutos de reloj, nada más, como si fuera un regalito para nosotros por haber sido majetes :D

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Después de este buen despertar, nos vamos hacia Asakusa, un barrio que por sus restaurantes de aire antiguo, sus templos y sus estrechas calles se considera el alma del antiguo shitamachi (centro histórico). La principal atracción del barrio es el templo Sensô-ji, también llamado Asakusa Kannon-dô por la imagen dorada de Kannon (diosa budista de la misericordia) que conserva en su interior. Cuenta la leyenda que esta imagen fue rescatada milagrosamente del río Sumida por dos pescadores en el año 628, aunque el templo ha sufrido sucesivas reconstrucciones, por lo que no es tan antiguo: el edificio actual data de 1950.

Para llegar al complejo principal del templo, hay que pasar por debajo de Kaminari-mon (puerta del trueno) y cruzarse con los dioses protectores Fujin (dios del viento) y Raijin (dios del trueno) y admirar la increíble y grandiosa lámpara de papel que preside la entrada, que es archiconocida porque ha salido en millones de fotos de turistas :D Aquí tenéis a Luis esquivando los turistas:

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A continuación, hay que pasar una de las calles comerciales más conocidas de Tokio, la Nakamise-dôri, una calle que forma parte del mismo templo y donde uno puede encontrar cualquier cosa: desde recuerdos para turistas a galletas de arroz sembei. A través de esta animada calle comercial, se llega al complejo principal del templo y aunque la imagen dorada de la diosa Kannon no se muestra al público, lo cierto es que la afluencia de fieles es masiva. Una vista general del templo:

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Una vez recorrido todo el templo (y sí, nos hemos lavado las manos y nos hemos ‘ahumado’ con el caldero de incienso), decidimos acercarnos al río Sumida y contratar un crucero por el mismo, no sin antes hacer alguna fotito a uno de los edificios a la orilla del río más curiosos, la sede central de la cervecera Asahi, que los propios japoneses llaman うんこビル, o «edificio mierda», por motivos más que evidentes, y es que la gota de cerveza, por mucho que tenga color dorado, recuerda poderosamente a otra cosa:

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Nosotros entonces, como decimos, contratamos el crucero, y no sabemos muy bien cómo, pero acabamos seleccionando un crucerito en un barco súper-mega-fashion-futurista que nos dejará en Odaiba al final del trayecto. El crucero por el río no puede considerarse “bonito”, como lo sería un crucero por el río Sena en París, sino más bien otra forma de ver Tokio: ver las cabañas de los sin-techo tokiotas a lo largo del río y sobre todo cerca de cada uno de los muchísimos puestes que hay, autopistas elevadas a ambos lados del río, edificios residenciales increíblemente altos, edificios de oficinas de arquitectura vanguardista, etc.

Finalmente llegamos a Odaiba, en la bahía de Tokio, una zona relativamente moderna (y artificial, ya que está ganada al río) que describe perfectamente cómo la ciudad está empezando a sacarle provecho al hecho de estar ubicada junto a un río. Odaiba está repleta de centros comerciales y de ocio, pero merece la pena visitarla para disfrutar de las vistas de uno de los puentes más conocidos del mundo: el Rainbow Bridge. Aquí os dejamos con una foto de nuestro barco súper-futurista y el puente de fondo:

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Además de hacerle fotos al grandioso puente, encontramos otra vista típica de Odaiba que no tiene mucho que ver con Japón: ¡una estatua de la libertad! Sí, sí, como lo leéis. Tokio no es Nueva York, pero también tiene su propia estatua de la libertad, aunque a menor escala… mirad, mirad:

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Después de las fotos de rigor, vamos a Kua Aina, una hamburguesería hawaiana, donde disfrutamos de unas increíbles hamburguesas hawaianas y unas maravillosas vistas de la bahía. Luis se pide una hamburguesa con aguacate, de tamaño grande, como no podría ser de otra forma, mientras que Laura se pide una con piña y… ¿qué podemos decir? ¡Están deliciosas!

Con el estómago lleno y habiendo descansado un poco, nos damos un paseo por la zona de Odaiba. Primero nos remojamos un poco los pies en la ‘playa‘ de Odaiba, donde uno puede ver a pececitos saltando alegramente en el aguam ^_^:

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Vemos el espectacular edificio de la cadena de televisión Fuji TV, obra del conocidísimo arquitecto japonés Tange Kenzo:

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…Y vamos andando hacia Venus Fort, un centro comercial de lo más pijo. Y es que este centro comercial tiene una decoración de la Italia del s. XVIII, con sus atardeceres falsos y sus fuentes y sus estatuas y sus columnas y todo, pero todo techado, claro :D

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También vemos de lejos la noria de la zona de Aqua City, desde la que las parejas disfrutan de buenas vistas de la bahía y finalmente cogemos el monorraíl a Shimbashi.

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Desde ahí nos vamos a uno de los barrios tecnológicos por excelencia: Akihabara. En este barrio, miles y miles de tiendas de electrónica compiten para ofrecer los mejores productos (o los más raros también) a buen precio, aunque en los últimos tiempos nos da la sensación de que ha decaido algo el ambientillo friki, porque aunque sigue habiendo tiendas pequeñitas y curiosas, lo normal ahora es ver grandes cadenas con tiendas inmensas, que le quitan parte del encanto.

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Nosotros no queremos comprar nada, así que damos un paseo por la zona, vemos las distintas tiendas, entramos en la gran Yodobashi-kamera y finalmente nos sentamos a descansar y a tomar un zumito natural… y de vuelta al hotel, ¡que estamos molidos!

Como estamos cansados, decidimos quedarnos por Shinjuku a cenar y finalmente acabamos en un restaurante especializado en sukiyaki situado justo delante de nuestro hotel, en una de las plantas de restaurantes del Takashimaya Times Square… ¡qué bueeeeeeno! El sitio es bastante pijo y sí, la cena al final nos sale algo cara, pero comemos muuuuucho y muuuuy bien… ¡qué buena calidad!

Próximo capítulo: Último día en Japón