Hace unos días, aprovechando el último half-term del curso, fuimos a pasar un par de días a York.

Podría decir que nos llamó la atención porque es una ciudad pequeña y muy cuca, con una catedral increíble, una muralla que se podía recorrer y calles históricas con tiendas de chocolate y cafeterías donde tomar un auténtico afternoon tea. Y todo eso sería verdad, pero la razón principal por la que fuimos a York fue… para ir al Museo Nacional del Ferrocarril, el único museo ferroviario fuera de Japón con un shinkansen en exposición.

Ea, ya lo he dicho :D

Así que nada más llegar y dejar la maleta en el hotel, nos fuimos al Museo Nacional del Ferrocarril que es una auténtica pasada. Tanto las distintas salas de exposición de trenes como el almacén… ¡todo es enorme! Luis ya contará con más detalle en su blog. Yo simplemente os digo que merece muchísimo la pena, aunque no seais fans de los trenes como los dos hombres de esta casa.

York

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Después del museo, nos fuimos directamente a hacer cola para disfrutar de un auténtico afternoon tea en Bettys Café Tea Room. Todo el mundo dice que es the place to be en York… ¡y vaya cómo disfrutamos!

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Después del té, dimos una vuelta por la ciudad hacia el Minster, la catedral de York y una de las puertas de la muralla más famosas de la ciudad: Bootham Bar. El plan era subir y pasear por las murallas hasta otra de las puertas, Monk Bar, pero el acceso ya estaba cerrado así que paseamos por el Dean Park y por la ciudad hasta llegar a la puerta y desde allí sí pudimos subir a las murallas.

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Al bajar de las murallas, decidimos ir a otra de las atracciones turísticas de York: los Shambles. Los Shambles es una pequeña y preciosa callejuela llena de tiendas y comercios que antaño eran carnicerías.

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El segundo día, después de desayunar en el hotel, nos fuimos a ver el Minster. La entrada, válida para todo un año, incluye la visita guiada así que como justo había una en pocos minutos, decidimos esperar. Y mereció la pena, la verdad. La guía tenía el típico humor británico e hizo la visita muy amena. Eso sí, se estaba realizando una obra de teatro dentro del Minster así que parte la vimos con el escenario, las gradas y demás… ¡un poco locura!

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Al salir, decidimos ir a comer a 1331 Bar, un local que parece pequeño pero que tiene varias salas y recovecos diferentes que molan un montón. Como hacía buen tiempo, comimos fuera, en un pequeño patio.

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Y después de comer, fuimos a York Cocoa House a comprar chocolates típicos de York y ya sí pudimos recorrer la parte de la muralla que va desde Bootham Bar hasta Monk Bar, con unas vistas preciosas del Minster.

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Luego queríamos ir a tomar una pinta al pub más emblemático de York, pero no permitían el acceso a niños (grrrrrr) así que nos sentamos a una terraza a tomar un zumo y descansar un rato y volvimos a pasear por los Shambles, que son simplemente maravillosos.

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Después de tomar un helado y acercarnos hasta la torre Clifford’s y la zona del antiguo castillo de York, decidimos tomar un barquito por el río. Estuvo bien, pero tampoco es que veas nada de la ciudad desde el barco, así que no entiendo que lo vendan como ‘barco turístico’ (con explicaciones y tal). Debería ser un barco donde ir a tomar algo y disfrutar de la travesía, sin más.

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Y poco más. Compramos unas cervezas en la York Brewery (que también es un pub kid-friendly la mar de chulo) y cogimos las cosas para tomar el tren de vuelta a Londres.

¡Preciosa excursión!