Ayer fue uno de esos días en los que me sentí orgullosa de ser española. Y es que ayer se aprobó, finalmente, la comúnmente llamada “ley de matrimonios homosexuales”. ¡Ya era hora!

Por fin, en España, no existe ni vacío ni discriminación legal por cuestiones de orientación sexual. ¡Felicidades a todos y todas! Desde aquí no podemos más que aplaudir y sonreír ante esta nueva ley, sin querer entrar en convicciones o ideas políticas, sinceramente, que eso nos interesa menos. Desde ya, todas las parejas, tanto homosexuales como heterosexuales (¿por qué tendremos que “etiquetarlo” todo?) tienen los mismos derechos para casarse y adoptar niños, con todas las consecuencias, responsabilidades, obligaciones y posibilidades que eso conlleva. Y como recién casada que soy, me alegro de verdad.

Sin embargo, la aprobación de la ley no ha estado exenta de polémica. El llamado “Foro de la Familia” puso el grito en el cielo y tomó las calles de Madrid justo el sábado 18 de junio (lo recuerdo bien, sí, curiosamente era el día de nuestra boda, ^_^), pero aunque no hubiese sido el día de la boda, me habría enterado bien: en el club de actividades extraescolares del Opus Dei donde trabajaba dando clases de inglés había miles y miles de posters y pancartas anunciando actividades y preparando la manifestación. La Iglesia se movilizó, autobuses de todo España se trasladaron a Madrid para protestar contra esta ley. Curioso, ¿no? Y curioso que protestaran por la nomenclatura: ¿por qué lo quieren llamar “unión civil” cuando lo que en realidad es “matrimonio”? O todos moros o todos cristianos, como se dice popularmente. ¿O es que la palabra “matrimonio” es propiedad de la Iglesia? Entonces, ¿Luis y yo no somos un matrimonio? No, claro, es una unión civil. Ah, no, que no han protestado por eso, han protestado porque este matrimonio es entre dos personas de un mismo sexo… Ya claro, porqué será que eso me parece una excusa… ¡y de las grandes! La Iglesia católica, que en teoría debería ser el núcleo de la religión católica, grita y protesta y sale a la calle y se manifiesta contra una ley que acepta el AMOR, así, en mayúsculas, entre dos personas. Dos personas. Da igual el sexo, como da igual la raza, el color de pelo o el color de los ojos. Y yo que pensaba que la religión justamente buscaba el amor y el respeto entre personas… vaya, me habré saltado algún capítulo. 

Y sé que ahora alguien me saltará a la yugular y me dirá: “el amor homosexual no es igual que el amor heterosexual”. Vale, genial, lo que queráis. Pero, vamos a ver, en un mundo lleno de guerras, odios, asesinatos y demás historias macabras (sólo hace falta poner las noticias), ¿no deberíamos alegrarnos de que haya gente que se quiera y se respete de verdad? Da igual si son dos hombres, dos mujeres o un hombre y una mujer… ¡El amor es amor! Y para mí, el amor no tiene sexo, siempre que sea amor de verdad. ¡Y la Iglesia está en contra del amor! Pues si ya no creía en la Iglesia antes, sinceramente, ahora menos todavía. ¿Dónde ha quedado el verdadero significado de la religión? ¿La base de la religión católica no era el amor?

Y quizá ahora, ese mismo alguien, me diga que es inaceptable que una pareja homosexual pueda adoptar un niño. ¡Inaceptable! ¿Sí? A mí lo que me parece inaceptable es que haya muchos niños y niñas, en todo el mundo, viviendo en orfanatos y casas de acogida, a veces en condiciones más que deplorables. ¿No sería maravilloso dar la posibilidad a esos niños de vivir en hogares de verdad, en el seno de una familia que los querría y amaría y cuidaría como nunca lo habían sentido antes? Y dos papás o dos mamás, como hasta ahora han echo un papá y una mamá y a veces, por suerte o por desgracia, un papá solo o una mamá sola, pueden amarles y quererles igual. Y que nadie me diga que esta ley va en contra de los derechos de los niños, porque uno de los derechos fundamentales de los niños es tener una familia, unos padres que les quieran y les cuiden y les den una educación.

Por todo esto, desde la humilde mansión de Lau y Luis, ^_^, aplaudimos esta nueva ley y felicitamos a todos los españoles (sin etiquetar su preferencia sexual, ¡que nos da lo mismo!) por ella.

Quizá este artículo pueda “herir sensibilidades”, aunque no era esa nuestra intención, de verdad. Simplemente queríamos hablar del tema, dejar clara nuestra postura y quizá, abrir un debate, tranquilo y sereno, como lo hemos mantenido con otros amigos, en directo, tomando un café (eh, Edu?). Naturalmente, a pesar de respetar a todas aquellas personas que tienen una opinión diferente a la nuestra (y tenemos amigos que la tienen, así que creedme, lo decimos en serio), no podemos ni comprenderlas ni entenderlas ni casi aceptarlas. Para nosotros, llamadnos locos enamorados, lo más importante es el amor y la igualdad.

Un besiñu a todos
Lau (y Luis que anda por ahí revoloteando)